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Estudian medicina en Cuba jóvenes cajemenses

Francisco González Bolón
Martes 28 de Julio de 2009
 

A sus 19 años, Luis Eduardo Rubio García pensaba tal como había oído: por su carácter socialista, el gobierno cubano es injusto.

A un año y medio de haber ingresado a la Escuela Latinoamericana de Medicina, en La Habana, el joven cajemense tiene otra mentalidad sobre el pueblo cubano y sus gobernantes.

“De hecho en la escuela nos orientan para que en nuestras respectivas comunidades ejerzamos la medicina de manera solidaria con el pueblo, sin afanes de lucro.

“Nos forman para realizar cambios en los sistemas de salud, ya sea porque predomina la privatización de la medicina o por una mala sectorización del sector”, define.

Junto con otros cuatro estudiantes cajemenses, dice, ingresó el año pasado a esta institución nacida en 1998 cuando desastres naturales atacaron a Centroamérica y el Caribe y los médicos cubanos fueron enviados a ayudar a esas naciones.

Él y Tania Lauterio Quijada, Griselda Acedo, Ana Laura Silva Beltrán y Alejandro Cervantes Cantú supieron de la Escuela Latinoamericana de Medicina a través del profesor Miguel Ángel Castro Cosío.

El dirigente nacional de la Unión General Obrero, Campesina y Popular (Ugocp) realizó las gestiones para que ingresaran a esa universidad, expone, sabedores de la alta calidad de la medicina cubana.

“En mi caso, mis padres no tenían para pagarme una escuela de medicina fuera de Obregón. Calculamos que tendrían que gastarse más o menos 60 mil pesos mensuales durante los años de la carrera.

“Pero como ingresamos a la escuela cubana, no pagamos ni un centavo, ni de educación ni alimentos ni hospedaje porque esas necesidades las cubre el gobierno”, refiere.


Con bloqueo y todo

Es admirable, a juicio del joven estudiante, que en medio de un bloqueo internacional, Cuba pueda ser un país donde la medicina, la escuela y la alimentación no le cuesten al pueblo.

“Y déjeme decirle que no son un pueblo anémico sino todo lo contrario y la pobreza extrema no se conoce ahí”, afirma el segundo de tres hijos del matrimonio formado por María Angélica García Barajas y Luis Mariano Rubio Silva.

Si existen personas en la isla que anhelan el consumismo del capitalismo, enfatiza, pero son los menos porque todo mundo tiene su canasta básica y aparte su salario por sus trabajos.

 

Ambiente cosmopolita

En la escuela, enfatiza, hay tres mil 500 alumnos de 24 países, incluidos de África y Estados Unidos.

La jornada académica es de lunes a viernes y tienen libertad para visitar otras regiones de Cuba durante el fin de semana e incluso en la universidad cuentan con un hospital de 24 horas y si algunos de sus familiares en México necesitan una atención especial, lo pueden llevar, relata.

Los libros, las computadoras y el teléfono e internet para comunicarse con sus familiares en Obregón le son facilitados, expone, además de contar con permanentes conferencias de expertos en medicina de Cuba y otros países como China.

Una obligación escolar es estar en un deporte, precisa, y en su caso eligió el beisbol, pero aparte practica en forma optativa el aiki jujutsu, disciplina similar al karate.

En los dos primeros años de la carrera de medicina permanecen en la escuela, pero al tercero son enviados a 24 hospitales para practicar durante las mañanas y seguir estudiando en las tarde, manifiesta.


Mucha práctica

Durante los dos primeros años son enviados cada quince días a consultorios médicos, en los cuales realizan las historias clínicas o los exámenes físicos de los pacientes.

Como parte de su preparación, indica, en sus comunidades deben realizar durante las vacaciones una jornada médica, la cual están preparando para el 20 de agosto en Vícam, con médicos locales invitados.

Los muchachos de cada país realizan durante el año escolar una representación de la música, bailes, costumbres y hasta de la gastronomía de sus lugares de origen, enfatiza.

Durante los fines de semana pueden disfrutar de eventos culturales o bien pueden salir a conocer las comunidades cercanas, irse a las playas o conocer La Habana con sus museos y otros sitios de interés histórico, puntualiza.

“Es una experiencia muy bonita que te cambia la forma de ver las cosas. Es cierto que uno nació con otro modo de vida, pero el que te despierten en la escuela la solidaridad y la ayuda a la gente que menos tiene, te transforma.

“Es cierto que ganar dinero con tu carrera es algo bueno, pero no estarás nunca completo si no influyes en tu comunidad para mejorarla”, asegura.

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