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Lunes 16 de Jun de 2025
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Las Policiacas: Entre el morbo y la cruda realidad

Sergio Anaya
Domingo 15 de Junio de 2025
 

Los hechos policiacos generan un interés especial en el pueblo. 

No sólo los grandes acontecimientos que se suscitan muy de vez en cuando, sino incluso los hechos de rutina, simplemente anecdóticos, atrapan la atención general y se convierten con el paso del tiempo en mitos y leyendas que conserva la tradición oral en una comunidad.

Esta fascinación morbosa por el delito y los delincuentes, la tragedia y el miedo al peligro cotidiano, marca el transcurso de la vida cotidiana sobre todo en comunidades o grupos sociales con un promedio de educación elemental. Total, frente a las ambigüedades y fraudes de la política, es más precisa la crónica policiaca porque habla de hechos concretos, inobjetables, aun cuando sean matizados con el amarillismo del relator.

Así la nota roja se convierte en la reina de la atención pública que en otros tiempos convirtió a la revista Alarma! en el semanario más leído en México, y hoy impulsa a sitios de redes sociales que compiten por ganar clicks y cubrirse con un aura de gran periodismo. 

Mucho hablaron los cajemenses del terrible jefe de policía en 1930, Jonás Sánchez Tovar, acusado de ordenar asesinatos contra delincuentes y gente de paz. El mismo Jonás que un día se fue de la ciudad para siempre cuando supo que a él mismo lo estaban investigando por sus abusos de autoridad. Desapareció del horizonte cajemense y nadie lo volvió a ver.

La vida de José Martínez Aguilera, alias  “El Dijuntito”, también fue motivo de muchos comentarios y mitotes muchos años después del el 16 de junio de 1947, el día que asaltó el Banco Agrícola Sonorense (Guerrero y Sonora, hoy sucursal HSBC).

Del asesinato del “Machi” López el 26 de noviembre de 1953 se dijeron muchas cosas. Los principales sospechosos eran los hombres del poder político, y había razones para pensar que la policía municipal estaba involucrada. Decían en el novenario que esa muerte encerraba mucho misterio.

Sin duda uno de los momentos más brillantes de la policía municipal fue a fines de la década de los cincuenta y principios de los sesenta, cuando estaba al mando del jefe Arturo Merino, a quien los cajemenses recordaban como un hombre intachable, excelente policía, leal y comprensivo con los delincuentes menores.

De la época de Merino son las fotos que presentamos este día. La primera le fue tomada a tres agentes de investigaciones que flanquean a cuatro menores de edad detenidos. 

La segunda es una visita a la morgue para tomar nota del cadáver de un borracho que fue encontrado en la calle.

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