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Una plática con Alberto flores Urbina

Sergio Anaya
Martes 21 de Mayo de 2019
 

Reeditado con motivo del homenaje rendido hace unos días al maestro Flores Urbina en Cócorit

Hace algunos años, cuando él era rector de la UTS, Alberto Flores Urbina me invitó a caminar por los patios del plantel enclavado en el corazón del Valle del Yaqui.

Allí, además de hablar sobre los logros de la institución, me comentó su satisfacción por haber sobrevivido casi 20 años con un hígado trasplantado ("Sólo me daban diez años más", dijo), refirió su agradecimiento a Manlio Fabio Beltrones y habló de sus años en el ITSON, primero como alumno y luego como maestro.

En el 2015, cuando yo preparaba la ediciòn especial por el 60 aniversario del ITSON, volvimos a platicar de esa época ubicada entre los últimos años de la década de los 1950s y principios de los 1970s.

Con esta última plática, redacté el texto que se incluye en ese libro y que a continuación presento:

En la década de los sesenta el joven maestro Alberto Flores Urbina daba a sus alumnos de Educación Artística y Estética, que impartía en las prepas del ITNO, una "tarjeta de abono" donde estaba impreso el programa anual de la Orquesta Sinfónica del Noroeste.

Los alumnos debían ir a los conciertos para que les sellaran la tarjeta de abono y de esa manera comprobaban su asistencia y obtenían la calificación aprobatoria.

Hoy el maestro recuerda con cariño a esos alumnos que al principio eran reacios a escuchar la música sinfónica, pero después varios de ellos desarrollaban el gusto y en algunos casos la pasión por este arte.

"Tenía que obligarlos porque al principio de las temporadas de la OSNO sólo asistían unas cuantas personas; a veces había más gente en el escenario que en las butacas".

Aquellos años (los 60s) era difíciles para el ITNO por la escasez de los recursos y tantas cosas que había por hacer, recuerda Flores Urbina.

Aun así, agrega, hubo experiencias muy gratificantes dentro de los programas culturales, y una de ellas fue el apoyo que el ITNO le dio a la Orquesta Sinfónica del Noroeste (OSNO), dirigida por el maestro Raúl Ximénez Caballero.

El proyecto de la OSNO, que era financiada por los gobiernos de Sonora, Sinaloa y Nayarit, nació en 1964 por una invitación del gobernador Luis Encinas Johnson al Ximénez Caballero para que difundiera la música clásica en sectores más amplios de la sociedad regional.

El primer concierto, dice Flores Urbina, fue el 20 de marzo de 1964 en la plaza "18 de Marzo". Allí estuvo la esposa del presidente Adolfo López Mateos, doña Eva Sámano. Esa noche el programa concluyó con "Voces de primavera" de Strauss.

"El programa anual de conciertos era de octubre a abril, y en ocasiones antes de la función en el auditorio local se llevaba la OSNO a las comisarías de Cajeme", comenta.

Flores Urbina recuerda también que en ocasiones llevó a sus clases en el ITNO al primer violinista de la OSNO, Higinio Ruvalcaba, quien también lo fue en la Sinfónica Nacional.

"Allí, ante mis alumnos en el salón de clases, Ruvalcaba tocaba el violín acompañado de una plática didáctica para los muchachos". Así era la grandeza de aquella educación y aquellos maestros en los años difíciles del inicio. 

Alberto Flores Urbina fue el primer administrador del teatro auditorio del ITSON, cuando éste fue entregado a la institución por el alcalde Javier Robinson Bours.

En el 2014, un joven tenor llegó a Ciudad Obregón como integrante del grupo Ars Vocalis. Para el maestro fue una grata sorpresa descubrir que ese joven, de apellido Ricaud, era hijo de uno de aquellos alumnos que él "a la fuerza" formó en el aprecio a la música, aprecio que transmitió a su familia.

 

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