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Son los años setentas. El flamante Ford Galaxie atraviesa la calle Guerrero por la Sonora, de sur a norte (la calle entonces era de doble sentido).
Al fondo se ven las torres de Catedral y en el centro el camión de la ruta Esperanza - Cócorit.
La pérgola de la plaza Morelos (hoy Álvaro Obregón) ofrecía su sombra a quienes esperaban el camión. Así fue hasta la pasada administración de Manuel Barro, cuando se desrtruyó este escenario para dar paso a un diseño arquitectónico minimalista pretencioso, horrible y disfuncional.
Sigamos en los setentas y caminemos dos cuadras al sur para detenernos en el Mercado Municipal, mirar la enorme Estatua de la Libertad que anunciaba una tienda con ese nombre, La Libertad, y cuyo escaparate era una delicia para la vista y una seducción para el gusto. Chocolates y dulces importados, manzanas y otras frutas frescas de la mejor calidad. Irresistibles.
En el ala que da a la calle Sonora puede verse el tejabán de los comercios que allí funcionaban. La Casa Pedraza, el negocio de los Terán, etc.
Hace ya cuarenta años.
