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Estampas de los 70s: El Itson

Sergio Anaya
Sábado 21 de Septiembre de 2013
 

A principios de los 70s el Itson (o el "Teke") era la preparatoria a la que acudían la mayoría de los jóvenes cajemenses. Otras opciones eran la prepa de La Salle y tal vez una más de carácter privado, eso era todo.

Por eso la mayoría de los jóvenes acudían a la prepa Itson en alguna de sus modalidades, la Cultural, la de Agronomía, la de Físico Matemáticas o de Ciencias Sociales. Y junto a ellas, la Escuela de Enfermería.

Por eso no es raro que la mayoría de los jóvenes cajemenses de esa época se conocieran bien, como compañeros de estudios. O sólo "de vista",  suficiente para cruzar un saludo cuando se cruzaban por la calle; e incluso muchos años después al encontrarse en algún lugar se lanza la pregunta obligada: "¿Tù estabas en el Itson, verdad?".

Así fue ese Itson de principios de los 70s, el espacio en común de los jóvenes cajemenses, donde acudíamos todos a prepararnos para de allí brincar a la universidad, la mayoría, o para entrar de lleno a la vida adulta.

Las imágenes que aquí aparecen son familiares para esa generación. Así se veía la explanada central entre clases y clase, Todos afuera de los salones, algunos sentados en los pasillos, que servían de banqueta, otros recargados en la pared.

Quienes estaban en los salones del Edificio 1 (el de calle 200) aprovechaban el descanso para asomarse por las ventanas y desde allí hacían señas o gritaban a los que estaban abajo.

Algunos, solos o en pequeños grupos, salían hacia la refresquería El Centenario para comprar los cigarros sueltos, tomar un refresco y admirar a las bellas hijas de don Mike Serrano.

Otros aprovechaban para calmar las tripas con un hotdog de don Eme, quien por cierto sigue allí. Y con él, su cliente eterno, José Luis A.

Luego regresaban los maestros al aula. Victoriano, de frente al grupo, hablaba de ecuaciones y sin voltear al pizarrón, escribía las fórmulas que todos seguían atentamente.

Después llegaba parco e imponente el teacher Alberto Federico, con una seriedad que, supimos después, sólo era una estrategia para imponer el orden. En los semestres posteriores las clases de inglés estaban a cargo de Cisco Kid (Antonio López Portillo).

Y enseguida venían Laveaga con sus fórmulas químicas, Bustos el de Literatura, el siquiatra Andrade para hablarnos de Anatomía... y  sus voces llenaban el aula, mientras  nosotros poníamos más atención a la música que salía de la rockola de El Centenario... Double Barril... Sweet City Woman... Smok in the Water..

Los recuerdos fluyen, las anécdotas se acumulan y la nostalgia idealiza un tiempo que ya no existe.

 

 

 

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