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La vio acercarse, guapa y delicada, oliendo a Channel No. 5 y con tacones de teibolera. Junto a ella venía otra persona que al caminar parecía la Tongolele con artritis.
"Estoy de suerte. Ya ligué", pensó el empleado del Servicio 200, gasolinera ubicada en calles 200 y París.
Pero no, estaba muy equivocado al pensar que Cupido trabajaba a su favor, pues aquellas mujeres que llegaron hasta él y lo envolvieron con su hablar sexy ronquito, no lo querían para un romance sino para robarle el dinero cobrado en las horas recientes.
Oh decepción, un hombre más burlado por la belleza femenina, por el grácil encanto de estas gatitas que huyeron con el taxista que las acompañaba.
Pero eso no fue lo peor.
Lo que hizo sentir más mal al empleado de la gasolinera fue la trampa en la que cayó al ponerse coqueto con dos féminas que resultaron ser trasvestis.
En su defensa el despachador alegó que estaba muy cansado de tanto trabajar y atarantado por el olor de la gasolina. Por eso no sospechó nada cuando vio que una de las dos "damas" lucía un bigote a medio rasurar.
Pero cuando la policía detuvo a los asaltantes travestis y pidió que los identificara, el pobre empleado sólo emitió un suspiro de hombre despechado.
Los agentes informaron que las o los asaltantes son Francisco -a quien le gusta que le digan "Fransuá"- y "La Rochina", ambos con domicilio muy conocido.
Mientras que el taxista cómplice fue nombrado por uno de los asaltantes como "mi marido".
