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Martes 13 de May de 2025
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Charcos y lodo en las calles de Obregón

Carlos MONCADA OCHOA
Lunes 12 de Mayo de 2025
 

No es ésta la primera foto de una calle inundada de lodo en Ciudad Obregón, que publica InfoCajeme. Me refiero la que apareció la semana que ha terminado. Esa época me golpeó en plena infancia y adolescencia, me hizo planear que en cuanto pudiera valerme por mí mismo, me iría a otra población.

Entonces llovía con regularidad y abundancia en verano y en enero (las equipatas) y las calles se inundaban. No había pavimento ni drenaje. El agua se quedaba estancada en enormes charcos y se creaba una situación grave, especialmente en el centro, donde el continuo paso de carros y camiones batían el agua y el barro de manera que era casi imposible cruzar a pie una calle.

“Casi”, digo, porque había gente bondadosa que colocaba ladrillos o tablones en las partes menos hondas del lodazal, lo que permitía, haciendo equilibrios, pasar a la mitad de la calle, donde estaba un poquito más elevada. Pero los ladrillos o tablones para alcanzar la otra acera se hallaban más adelante, y era necesario caminar por esa parte elevada y siempre lodosa, para utilizar el improvisado puente. Aquí el riesgo no era tanto caerse como que viniera por el charco un carro y nos bañara de agua sucia.

Creo que sería injusto reprobar a los ayuntamientos de aquel tiempo. No era posible pavimentar porque era necesario excavar antes para colocar la tubería del agua potable, y un poco más adelante, la del drenaje. Y ese fue otro drama. Una vez llovió a chorros cuando las zanjas estaban abiertas y no hubo más remedio que esperar a que el buen sol secara el lodazal.

Para tender el pavimento se escogió una calle de prueba, no estoy seguro si fue la Allende, y la Miguel Alemán se pavimentó también porque era, y es, parte de la carretera Internacional. Luego le entraron al resto.

Los cronistas que estudian la transformación de la población-lodazal en una ciudad digna hacen cuentas de los presidentes municipales a quienes se debe tal cambio. Yo creo que antes que a ellos hay que dar el sitio de honor a los habitantes de Obregón, que pagaron el precio del progreso. Mis padres formaron su hogar, nuestro hogar, en la calle Veracruz, frente a la Plaza 18 de Marzo. Guardaban cada sábado algo de la raya semanal para completar lo que nos tocaba de la pavimentación. No debe haber sido fácil con seis chamacos que alimentar y educar.

carlosomoncada@gmail.com

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