Apantalla la información que sale del Congreso del Estado sobre la actividad de los diputados. Parecen urgidos de promover iniciativas sobre seguridad, pagos hacendarios, uso del agua y otros temas importantes En lo personal, me llamó la atención la rememoración de la diputada Alicia Gaytán Sánchez, del centésimo sexto aniversario de la muerte del general Emiliano Zapata, que se cumplió precisamente el jueves 10 de este mes.
Fue asesinado en la hacienda de Chinameca, Estado de Morelos.
Las andanzas periodísticas me permitieron visitar, hace unos cincuenta años, el sitio en que lo mataron a traición. Un tal Guajardo, a sueldo del gobierno federal, se le presentó con algunos maleantes con el pretexto de que iba a incorporarse a las fuerzas zapatistas, y cuando salió el general a recibirlo en el centro del gran patio, aparecieron en los techos docenas de traidores armados de rifles que lo cosieron a balazos. Todavía estaban entonces a la vista, en los muros de adobe que rodeaban la que se supone era una fortaleza, las perforaciones hechas por las balas.
Emiliano Zapata fue un revolucionario puro. Pedía para los campesinos tierra y libertad. Dos objetivos que todavía no logran todos los que luchan por ellos. No sólo merece que se le recuerde, también que lo imiten.
LA NUEVA AMENAZA
Los niños que se resisten a dejar la televisión y acostarse a la hora adecuada, los que se niegan a terminarse la sopa, los que juegan en la banqueta o en plena calle sin permiso de los padres, los que lloriquean si no les cumplen un capricho, toda esa plaga de diablitos que hacen imposible un rato de paz a los mayores, no hacen caso ya de las viejas amenazas: “te va a llevar en su saco el ropavejero”, “vendrá por ti la bruja”, “te va a castigar diosito”.
La nueva amenaza, la que les llega, es nueva: “Si desobedeces, vendrá el feo señor Trump y te impondrá aranceles”. También asusta a los mayorcitos.
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