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“Cabeza fría” recomienda la Presidenta de México ante el vendaval. Tranquiliza al ciudadano que su mandataria no está asustada; actúa con lógica; primero, estudiar los decretos del vecino loco de al lado y buscar argumentos jurídicos para armar defensas sólidas. Abrir caminos en el campo diplomático.
Cuando el toro rabioso sale al ruedo en carrera enloquecida con la cornamenta lista para matar, el novillero hábil no se le pone enfrente como un mártir suicida, busca la protección del burladero y mueve el capote en el aire para que el bruto (aquí me refiero al toro, no a Trump) acometa al aire sin topar con cuerpo alguno. Que se canse y habrá tiempo para adoptar una estrategia.
El mundo sabe ya que se ha iniciado una cacería de seres humanos. El demente autorizó a que los agentes de policía penetren en las iglesias de todas las religiones y saquen a la fuerza a los indocumentados que se han refugiado en ellas.
No pasarán muchos días para que comiencen a reportar asesinados con las balas del gobierno con el pretexto de que las víctimas pretendían huir de “la justicia”. El Papa calificó de “una vergüenza” la persecución. Y el presidente gringo olvida cuánto se odia a los gringos. Los soviéticos, los chinos, las naciones de Cercano, Medio y Lejano Oriente, casi todas las naciones africanas, los cubanos, con gusto le torcerían el cuello al tirano.
“Cabeza fría”, sí, inclusive con los que se agachan, como la senadora Téllez, a lamer las botas del loco.
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