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Cuando arribaron al gobierno del Estado los panistas, hasta ellos se quedaron asustados del descaro y la osadía de un grupo de priistas, que validos de sus cargos o de sus influencias, se habían jubilado con pensiones de 150 mil o más pesos mensuales.
Algunos han recibido cada año DOS MILLONES DE PESOS. Y se elevan quejas porque no hay medicinas, y a esos vivos no les importa, ya que pueden viajar a México o al extranjero con sus millones y pagar servicio médico de primer mundo.
Ahora el Consejo del Instituto ha tomado el acuerdo de gravar las elevadas pensiones con el Impuesto Sobre la Renta, para recuperar una parte no desdeñable del dinero se le escapa y aplicarlo en el bien de los derechohabientes restantes.
En el tiempo del gobernador Padrés, la directora general de la institución buscó afanosamente el remedio de esta situación abusiva, y los que se estaban enriqueciendo con dinero ajeno se unieron y corrieron a demandar el amparo de la justicia federal. No conozco ninguno de los expedientes para dar una opinión fundada jurídicamente, pero durante todo aquel sexenio, el de Claudia Pavlovich y lo que va del presente, continuaron engrosando sus cuentas bancarias.
No creo que ahora vayan a aceptar sin más ni más la medida acordada, por eso pido a los lectores de esta columna que permanezcan atentos, listos a lo que hagan, y que se dé a conocer al pueblo de Sonora el nombre o los nombres de los desvergonzados que vuelven a los tribunales para tratar de seguir exprimiendo al ISSSTESon y robando a otros la oportunidad de sobrevivir.
LO APRENDÍ EN UN PERIÓDICO
A estas alturas de mi vida, creía que un periódico ya no tenía nada qué enseñarme, y he aquí que en una nota que se refiere a la “lluvia de oro” sobre la laguna del Náinari, me dice un nombre que había buscado con afán: el del árbol que se desprende de sus flores en racimo, intensamente amarillas, al finalizar la primavera.
Destacan esos árboles entre los muchos que conforman la vegetación que rodea a la laguna, y la gente les llama “lluvia de oro”. La información periodística me enseña que el nombre científico es “cassia fistula”. En mi diccionario de Latín dice que cassia significa planta, y fistula tiene varios significados, inclusive el quirúrgico que actualmente conocemos, “le operaron la fístula de la cabeza”, por ejemplo.
En la banqueta de mi casa una cassia fístula da cada año sus flores amarillas y parte de ellas se convierten en vainas, que guardan las semillas reproductoras. Una y otra vez se acercan señoras a pedir el obsequio de una vaina, hay otras que se las clavan simplemente. A mí me entusiasma que estas hermosas flores amarillas se extienda con la mayor amplitud posible (alguna vez alguien me informará también como se llama una planta de tallos verdes con botones grandes, gordezuelos, ovalados, que tardan varios días en abrirse. Les dicen “lilis” pero tengo la esperanza de que su nombre posea el encanto de una palabra exótica, indígena tal vez)
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