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Cualquiera que sea la opinión personal de un ciudadano respecto al Presidente AMLO, la lógica lo obliga a pensar que hay algo raro (para no usar otras palabras del vocabulario popular mexicano), en que la Corte elimine una Ley porque no le parece correcto el procedimiento utilizado para aprobarla.
Como se sabe, una reforma constitucional requiere la votación calificada de los legisladores para ser aprobada, pero una ley reglamentaria, como era el caso, sólo una mayoría simple (la mitad más uno). Y así procedió la Asamblea. ¿Que no hubo discusiones? ¿Que los diputados de MORENA mayoritearon?
Recuerden los priistas cómo en sus años de gloria mayoriteaban que era un gusto. Pero su mayoría estaba compuesta por legisladores que, chueco o derecho, habían ganado las elecciones. Era un desahogo inútil patalear por el mayoriteo. Y aquí los ministros de la Corte han llevado su celo a una enfermiza obsesión porque reprueban cómo se realizó la votación, lo que no les concierne.
Ahora el Presidente confía en que los candidatos de su partido ganen en los comicios del año venidero la mayoría calificada en ambas cámaras, pero también debe ganar la Presidencia el candidato que esté decidido a llevar adelante los cambios que quedaron paralizados. AMLO ya no estará en la Presidencia.
RAÍCES DE MANGLE
No sé si fue una dichosa coincidencia, o el resultado de una maniobra calculada por la autora, el caso es que el poemario “Raíces de mangle” llegó a mis manos precisamente el día de mi cumpleaños. Agradecimiento con dimensiones de montaña para mi querida amiga Queta Navagómez.
Este libro ganó el VII Concurso Nacional de Poesía del Pitic y Reconocimiento Alonso Vidal 2008, que convoca anualmente el Instituto Municipal de Cultura. La primera edición local se encuentra ya en la Biblioteca Cultura Sonorense resguardada en Ciudad Obregón.
Y ésta, la edición de 2023, es para placer de coleccionistas, como que en ella brilla el gusto experimentado y exquisito del editor Federico Corral, que sostiene en alto el prestigio de su casa Tinta Nueva.
Soy un viejo lector de Poesía con gustos (y exigencias) anticuados. Han de darme música sus versos, pero no vacía y artificial sino envuelta en mensajes profundos.
“¡Qué tristeza del árbol
sin columpio!”
Bienvenida la presencia del árbol, útil para la sana respiración y el ornato. Y bendito el columpio rodeado de recuerdos que le hacen a uno sonreír y dar las gracias.
¡Salud, poeta Navagómez!
carlosomoncada@gmail.com
