|
En declaraciones recientes, tan recientes como que las hizo al entrar la semana, mi candidato a la Presidencia de la República, Marcelo Ebrard, se refirió a las cosas que como rumor maneja la gente desde hace varias semanas: que el presidente AMLO se inclina por la candidatura de Claudia Sheimbaun.
La candidatura de MORENA debe surgir de una encuesta en la que participe libremente el pueblo, dijo Marcelo, no de un dedazo. Con esas palabras equiparó a la jefa de gobierno de la Ciudad de México con los candidatos priistas, que a lo largo de muchos sexenios se preocuparon por conquistar la bendición del Gran Dedo, no la simpatía de los electores del país.
Por otra parte, lo expresado por el Secretario de Relaciones es valiente, pues no cualquiera se habría atrevido a insinuar la posibilidad de un dedazo del presidente López Obrador, un dedazo de quien se considera el Presidente más demócrata en la historia de México.
La señora jefa de gobierno vino a Sonora con cualquier pretexto para hacerse propaganda. El pretexto de firmar un convenio con el gobernador Durazo. Muchos nos preguntamos por qué a estas alturas del sexenio que está por concluir, y no tiempo atrás para ver y aprovechar los frutos. Es importante asentar que al recibirla, nuestro gobernador realiza un acto de cortesía, y que esto no implica que sea simpatizante de la funcionaria. Con similar cortesía ha recibido y recibirá a los demás aspirantes.
Por cierto, mi candidato, el canciller, pues, cuando renuncie para entrarle a la campaña, vendrá de los Estados Unidos a sustituirlo en la Secretaría Ramón de la Fuente, ¿Recuerda usted qué tipazo como Rector?
SENSATEZ DE GUADALUPE TADDEI
No hay duda de que hay buena química política entre la presidenta del Instituto Nacional Electoral, Guadalupe Taddei, y el presidente AMLO. Pero la simpatía y las coincidencias no van a estallar sin el cuidado de guardar las formas.
Se le tendió una ingenua trampa a la presidenta del INE en una rueda de prensa, con la intención de que criticara a la Suprema Corte por la resolución que dictó contra la primera parte del Plan B en materia electoral. Pero ella evitó los juicios personales y se limitó a sugerir que ojalá el alto tribunal resuelva sobre la parte que queda pendiente. En ella se proponen plazos para el cumplimiento de las normas que puedan haber quedado “vivas”.
El INE ha de programar sus tareas de acuerdo con lo resuelto por la Corte. Es su deber.
Ya gozamos el orgullo de que haya conquistado tan elevado (y complejo) cargo una coterránea, y ahora sentimos el orgullo adicional de ver que se desenvuelve con inteligencia y sensatez.
carlosomoncada@gmail.com
