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En cuestiones como la del domingo, en El Zócalo, cada quien interpreta los hechos de acuerdo con su humor y sus intereses. Aunque la chusma no entiende de que trata el llevado y traído “Plan B”, debe creer de veras que fue a defender la democracia.
Reunir a una multitud de “entre 80 ml y cien mil”, cálculo de AMLO, cuesta mucho dinero, no sólo en gasolina y choferes de los camiones sino en lo que pagaron por miles de tortas y refrescos. Es obvio que son muy ricos los que movieron a la chusma. Y que les urge que el INE se conserve como está para mantener a salvo y siempre en aumento sus fortunas.
Los organizadores apostaron su lana al Zócalo porque ahí lucen más las fotografías de multitudes, pero es innegable que en las ciudades de provincia en donde se convocó, fracasaron. InfoCajeme reporta que en Ciudad Obregón sólo llegaron los desorientados a 500, número que no es para echar las campanas a vuelo.
Como ciudadano me siento frustrado porque si se llega al extremo de impedir que el INE no se “toque”, tendré que cancelar un viejo sueño: la eliminación de los diputados y senadores de partido y la carga brutal que significa, sólo por lo que corresponde a diputados, los sueldos para 500 holgazanes que ni campaña realizan para sentarse en una curul.
De ahí podría derivarse una cadena: fin a los senadores, diputados locales y regidores municipales que arriban y cobran por recomendación de sus partidos. ¿Sabe la chusma cuánto nos cuestan?
Al parecer, el Presidente comenzará a publicar hoy el texto del Plan B. Servirá para que los que salieron a combatirlo se enteren por qué fueron a protestar.
Y SIGUE LA CAPIROTADA
Después de ese tango político y de las toneladas de carne asada, viene otro banquete aunque más accesible para quienes carecemos de grandes (y medianos) recursos: la capirotada. Este platillo exquisito se coló en los hogares mexicanos como un atractivo de la Cuaresma, es decir, por vías religiosas. Confieso que lo poco que tengo de creyente reside en la esperanza de que alguien toque a mi puerta, no para convertirme en creyente, sino para invitarme capirotada.
Ayer contaba a los lectores que me estaba animando a vender mis libros a 70 pesos, lo que constituye una buena rebaja, para conmemorar mis 70 años de periodista que cumpliré el próximo noviembre. Pero, reflexionando con profundidad filosófica, también debo cumplir 70 años de comedor de capirotada, de ahí que haré un pequeño cambio: mis libros por una porción de capirotada.
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