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A fines del año pasado leí el libro de Salvador Cristian Islas dedicado a la memoria del profesor José Sosa Chávez, locutor, fotógrafo, deportista, docente fundador de la Universidad de Sonora, y también el libro de Rodolfo Rascón Valencia sobre Silvestre Rodríguez, “el cantor de Nacozari”. Ambos personajes fueron geniales creadores de música, caballeros ejemplares, maestros infatigables de generaciones; y sus méritos, sostienen Islas y Rascón, no son reconocidos y difundidos en la medida que merecen.
Yo sostengo algo similar en el libro “Música”, que forma parte del IV Tomo de mi “Saga de la cultura sonorense 1831-2020”, sobre el maestro Luis Ximénez Caballero, fundador de la Orquesta Sinfónica del Noroeste, que de 1963 y los diez años que siguieron nos dio a los sonorenses música clásica de alta calidad, y al parecer ha sido olvidado.
¿Qué debe hacerse para que quienes construyeron con sus vidas brillantes ejemplos a seguir por cada generación de sonorenses sean conocidos por los niños y los jóvenes?
Y no es privativo este abandono del campo de la cultura. En Ciudad Obregón ha sido estrenado un muy costoso nuevo estadio y se ha desechado el Tomás Oroz Gaytán. El sonorense que llevó este nombre fue conocido por su honradez sin par como funcionario público (tesorero municipal y del Estado), su incesante trabajo de agricultor y su apoyo permanente al deporte. Ya no hay una instalación deportiva que lleve su nombre.
A los muertos ilustres que conservamos vivos mediante el recuerdo y la gratitud hay que enterrarlos de nuevo, ahora para siempre, porque en Sonora, por lo que se ve, los merecimientos de los grandes ciudadanos prescriben. Tal vez si un día surge por ahí un futbolista que alcance fama mundial haremos que dure mucho más el recuerdo de sus patadas.
PERDÓN, LLEGUÉ SIN SALUDAR.
He leído tantas expresiones de buenos deseos en las Redes, y tal número de optimistas intercambios entre familiares y amigos, que debe haberse visto mal que yo haya llegado, después del paréntesis de las vacaciones, sin saludar.
Y bien, ofrezco una disculpa y saludo: ¿cómo les va, lectores? ¿Recibieron aguinaldo? Y los que lo recibieron, ¿les alcanzó para lo que de manera inevitable hay que gastar? ¿Recibieron la visita de familiares que viven lejos o salieron ustedes a visitarlos? ¿Volvisteis a la chamba sin hallar una carta de despido? Mis deseos de que todos tengáis un año de prosperidad y dicha.
Ahora volvamos a lo mismo. Hay que pagar el predial, las placas y aguantar las balaceras. Llegamos con vida a 2023. Cuando menos eso conseguimos.
carlosomoncada@gmail.com
