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Seguro que quedan personas, con un bonche de años encima, que 30 años hacia atrás se comunicaban por carta con familiares, amantes, esposos o esposas, hijos que estudiaban lejos, familiares radicados en otras ciudades. Pero es mucho más amplio el número de hombres y mujeres más o menos jóvenes que nunca han ido al correo ni comprado timbres para carta porque, para qué, si pueden sentarse ante la computadora y mandar mensajes.
El cartero era una figura romántica en la existencia de la comunidad. Cargaba en su bolsa de cuero las cartas, acomodadas de acuerdo con su ruta, lo que le facilitaba entregarlas con rapidez y sin hacerse bolas. Si uno esperaba carta, lo aguardaba a la puerta de la casa y sentíamos que de él dependía que tuviéramos noticias gratas o decepcionantes. O peor aún, que no trajera carta alguna
Existían los teléfonos, pero aparte de que no todas las familias lo tenían, era caro el servicio en comparación al correo. Uno compraba un timbre barato para el envío ordinario. La carta se iba en tren y llegaba, según la distancia, en 48 horas (por ejemplo, de Hermosillo a Cajeme). Si se iba por avión o con una estampilla de “entrega inmediata”, era entregada al día siguiente.
Los enamorados guardaban las cartas del novio o la novia como un tesoro. Si el novio no era bien visto por los padres de la novia, ésta ocultaba la misiva en su seno y se escondía para leerla varias veces. Algunos matrimonios guardan este tipo de cartas, amarillentas ya, de hace muchos años.
¿Y ahora? ¿Se declara alguien por carta? ¿Se conserva el archivo del mensaje amoroso recibido por computadora? Es posible perfumar ese mensaje como se perfumaba la carta de la dama adorada?
La ternura que brotaba del correo imposible captarla mediante la moderna tecnología. Y menos si el mensaje viene plagado de faltas de ortografía.
70 AÑOS DE PERIODISTA
Anoche mencioné en un medio, por primera vez, que este año cumpliré 70 años de estar dedicado al periodismo. Mi amiga Lupita Pérez Ríos me entrevistó en Radio Universidad y charlamos al respecto una hora.
Le anuncié que mi festejo de aniversario consistirá en dictar tres conferencias en diferentes fechas, la primera con el tema Historia del Periodismo de Sonora; la segunda, sobre los periodistas que han sido asesinados en todo el país del Siglo XIX a la fecha; y la tercera, aspectos curiosos de las entrevistas que he hecho a políticos, de modo especial a gobernadores de diversas entidades federativas. Por ejemplo, las entrevistas que hice el mismo año al gobernador de Yucatán, al de Tabasco y al de Jalisco, con la circunstancia común de que los tres fueron destituidos. Como que les eché la sal. A la Universidad o institución que me acepte esas conferencias no le cobraré por mi trabajo. Sólo le pediré que me deje exhibir ante los asistentes mis libros publicados. Ahí les contaré cuando el plan esté redondeado.
carlosomoncada@gmail.com
