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Suele el periodista, al tiempo que expone un problema serio a la consideración de la opinión pública, proponer o sugerir la solución posible. Pero hay ocasiones en que no se ve con claridad la salida del laberinto y hay que quedarse en la mera exposición de asunto. Eso me pasó ayer al tratar el caso de los 35 mil niños que no habían acudido a las aulas (confío en que el número habrá disminuido).
Y ahora hay una polémica nacional sobre cuya solución es difícil apostar: ¿debe conservarse la prisión preventiva sólo por sospechas o declararla ilegal y eliminarla?
Hay quienes la consideran necesaria, al margen de especulaciones jurídicas, para atemorizar a los delincuentes en casos en que no se han reunido las suficientes pruebas para declararles la formal prisión. Pero no pocos expertos en el Derecho, o simples amantes de la lógica, sostienen que la prisión preventiva viola la garantía constitucional de la presunción de inocencia. La Carta Magna previene que, aunque vuelen en derredor del juzgador las sospechas, el sujeto cuestionado ha de presumirse inocente, no culpable.
La solución, dicen, consiste en que los investigadores del gobierno trabajen más duro y profundicen en el estudio de los hechos.
El incremento de la criminalidad mueve a endurecer el procedimiento, pero si se ha de construir un auténtico estado de Derecho, debe prevalecer el espíritu de la Constitución.
Se esperaba que en el curso de ayer fijaran su posición siete ministros de la Suprema Corte de Justicia que no se habían manifestado. No estaría por de más pedirle a Dios que eche una mano, que los ilumine.
GANADOR EN NOVELA BREVE
En cumplimiento de la convocatoria expedida en su oportunidad, los directivos de Escritores de Sonora A. C. procedieron a abrir ayer la plica de identificación del ganador de Novela Breve, que resultó ser el escritor hermosillense Mauro Ortega Rivas León, con su novela “Historia en dos espejos”.
No sé gran cosa de ese escritor, excepto que es egresado de la Universidad de Sonora, que viaja mucho y que de momento se encuentra radicado en Hungría (salta a mi mente el poema del guaymense Alfonso Iberri: “Los húngaros llegaron”).
Se hizo acreedor al derecho de que ESAC le imprima su obra de la que se le entregarán si es posible antes de que termine este mes, cien ejemplares.
Este es el primer concurso de esa índole que celebra la agrupación. A ver cómo les va en el segundo. Como testigo de honor en la apertura de la plica actuó la directora general del Instituto.
carlosomoncada@gmail.com
