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Muy agradecido, amigo Javier Lamarque, por haber respondido a la petición de la directora general del ISC, maestra Guadalupe Beatriz Aldaco, que se hará lo posible para rescatar los murales de Héctor Martínez Arteche.
Me llamó la atención su observación de que habrá que reconsiderar la función de la biblioteca ya que la tecnología permite ahora a los estudiantes, con un clic en la computadora, obtener la información que buscan. Pero investigar no es tan fácil. La biblioteca ofrece a los estudiantes la ventaja de que cuenta con empleados que pueden orientarlo. Y no se trata de una biblioteca común, tiene hemeroteca, que desde luego habría que actualizar y un departamento de préstamo de películas fundado por nuestro amigo inolvidable Ramón Íñiguez.
Le sugiero, además, pero conste sin compromiso por ahora, de considerar la posibilidad de instalar ahí la Biblioteca Cultura Sonorense, que cuenta ya con tres mil libros, docenas de fascículos y revistas, seis pinturas de artistas sonorenses y buen número de discos L. P. y compactos con música interpretada por sonorenses. Habría que recabar la autorización de la Secretaría de Educación y Cultura y del ISC.
Le reitero mi agradecimiento.
HERMES CENICEROS, EL MENTIROSO (1)
El llamado Hermes Ceniceros chapoteó alegremente en el lodo con la intención de que alcanzaran a mancharme algunas de las gotas de barro apestoso que bate ccon alegría. Y todo porque publiqué unas notas con las que reconozco el trabajo de la directora general del Instituto Sonorense de Cultura, a quien él se empeña en denostar.
Dijo al comenzar esta semana, en un espacio en que lo ampara el Proyecto Puente, que durante mi sexenio como director del ISC, en numerosas ocasiones no se convocaron los seis géneros de costumbre en el Concurso del Libro Sonorense. Miente el bellaco. Se convocó siempre a los seis géneros. Al tomar posesión, en octubre de 1991, me ocupé de inmediato en conseguir fondos para cubrir la impresión de los libros premiados por la anterior administración, pues la imprenta los reportó terminados pero había que pagarlos.
La coordinadora de Literatura no era aún la maestra Beatriz Aldaco sino la extinta Margarita Oropeza, y el responsable de las publicaciones, Abelardo Casanova Labrada, también fallecido. Que en 1991 sólo se convocaron tres géneros, dice el desinformado Ceniceros: Ensayo, Crónica y Dramaturgia. Tengo a la mano el poemario de Carlos Licón, “Malamor”, que ganó en Poesía; “Tiempo de soltar palomas”, de Sergio Valenzuela, triunfador en Cuento, y la novela “Las voces vienen del mar”, de Guillermo Munro. ¿Entonces? ¿Faltaron 3 géneros o se durmió HC cuando investigaba?
Como no se trata aquí solo de responder y aclarar las burradas de Ceniceros, sino de dar información útil para los investigadores auténticos, les cuento que la misma noche en que se presentó esa novela, anuncié que la mandaba encerrar en una bodega pues la cantidad de erratas en la edición era escandalosa. Al mismo tiempo, se ordenó imprimir una nueva edición. Tengo ejemplares de ambas (Continuará).
carlosomoncada@gmail.com
