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Un viaje entre lo sacro y lo profano

Raúl Héctor Campa García
Miércoles 01 de Diciembre de 2021
 

Entre lo sacro y lo profano, trascurre la vida del humano

Hace 12 años (29 de noviembre 2009), realizamos un planeado viaje a Paris, Francia y a Roma, Italia; motivados por la ordenación sacerdotal, de un jovencito de Cd. Obregón, el Padre Ulises Peñúñuri, amigo de mi hijo Raúl. Conocidos desde la secundaria y en el grupo juvenil Pro-Vida. Por su trabajo médico, Raúl no pudo viajar. Fue un gusto asistir a tan solemne acto. Se cumplía un anhelo familiar: conocer Europa por primera vez; hicimos el viaje, con queridos compadres y amigos: Dr. Armando García Avendaño y Teres de García; Dr. Germán Wong Millán y Rebeca de Wong; mi hermana Alicia Campa de Chavira; mi Hija Paulina, Edilia de Campa y un Servidor.

Llegando a Roma, el primer día asistimos a una misa solemne de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Al día siguiente fuimos 3 días a Florencia y Assisi (Asís), una antigua ciudad localizada al pie de una montaña, lugar dónde nació San Francisco de Asís; hijo de un rico comerciante. Después de una breve vida alegre, de ser un joven rico y mundano, a temprana edad se entregó a la vida religiosa, formando la orden de los hermanos – o frailes- menores (Ordo Fratrum Minorum), que atendían a los leprosos y pobres campesinos (más pobres que ellos); así vivó y murió en extrema pobreza.

San Francisco, vendiendo bienes materiales de su padre reconstruyó algunas iglesias abandonadas; entre ellas una pequeña iglesia en ruinas conocida como la Porciúncula, donde formó su orden hoy llamada franciscanos. En esa montaña que forma parte de la ciudad, existen otras construcciones de esa época y actual, siendo una atracción turística. Allí, en la cima, está la Basílica de San Francisco de Asís; dónde reposan los restos del Santo y un pequeño museo sobre su vida, sus humildes ropajes y otras pertenencias; constancia de su testimonio, de sus votos de humildad y pobreza que siempre profesó. Assisi y la localidad de la montaña es como un pequeño pueblo salido de un cuento de hadas. Existen construcciones medievales o anteriores. Recorrimos el serpenteante camino para llegar al lugar y sus callecitas estrechas y empinadas. En la explanada, que forma parte de la Iglesia de San Francisco de Asís, observamos un nacimiento con personajes bíblicos de tamaño normal.

En Florencia, tierra de excelsos artistas, escultores, pintores, filósofos, escritores, poetas, hombres de ciencias, etc., arropados la mayoría, por el mecenas Lorenzo de Medici (El Magnífico), impulsor del desarrollo de las artes y las letras de elevadísimo nivel; en la Florencia de esa época. Literato, político y poeta el mismo; coleccionista de objetos de arte valiosos y de antiguas estatuas. Bajo su “manto protector” estuvieron, entre otros: Pico della Mirandola, Botticelli, Pollaiolo, Andrea Verrochio, el poeta Agnolo Poliziano, Leonardo da Vinci y el jovencísimo Michael Ángelo Buonarroti; que el Magnífico Mecenas, tenía viviendo consigo, en el palacete de la Vía Larga, como otro de sus hijos. Por espacio, solo escribiremos un poco de Miguel Ángel.

ga, como otro de sus hijos. Por espacio, solo escribiremos un poco de Miguel Ángel.

Las esculturas de Miguel Angel y de otros artistas se ven por doquier. Por supuesto que visitamos (por fuera), la Gallería dell’Accademia, donde se encuentra el David original de Miguel Angel, en su plena desnudez, que existen también copias en antiguas plazas de Florencia, como otras obras originales en Roma (La Piedad, en el Museo Vaticano) o en otras ciudades de Italia, Francia (Museo de Louvre en Paris) y otros Países. Visitamos la Catedral de Santa María del Fiore, la casa o Palacio de los Medici y algunas plazas, donde se ven esculturas de distintos autores: plaza de la Señoría con monumentales escultores entre ella de nuevo el David; a el Palacio Ufizzi, con su plaza o pasadizo de las estatuas, donde resaltan varias esculturas de Donatello; la Plaza de Miguel Angel, un mirador panorámico de Florencia, con otro David que la caracteriza. Cenamos en un típico restaurante a la orilla del Rio Arno.

Regresamos a Roma de nuevo, para volar al siguiente día a París, llegando al departamento (o piso) que rentamos, después de las 11 de la noche con un “gélido invierno”, que calaba hasta los huesos. En París estuvimos uno semana; visitamos: el Museo de Louvre, dónde nos tocó una huelga del personal, pero sin afectar las actividades del museo, acudimos dos días consecutivos, y ver lo más posible las obras de arte; me impresionó entre otras pinturas el cuadro de la Gioconda (Mona Lisa), de Leonardo da Vinci, pero no tanto como Las bodas de Caná, del Paolo Veronese (El Veronés); los museos es un fascinante mundo. Visitamos la Catedral de Notre Dame de Paris, donde se suicidó la “mecenas mexicana”, María Antonia Rivas Mercado; la majestuosa Catedral de Sacre Coeur, con sus extensa escalinata que subimos “echando el bofe” (nos enteramos que había elevador, cuando ya estábamos en el atrio), después de visitar y de admirar la Iglesia, situada en Montmartre, que en la Segunda Guerra Mundial fue bombardeada destruyendo sus vitrales; bajamos al barrio de Montmartre (colina sagrada), que primero fue lugar de culto y después de paganismo; actualmente lugar de la intelectualidad, pintores,

escritores, poetas y de la vida bohemia parisina e internacional. La Tumba del Soldado Desconocido, que se encuentra en la base del Arco del Triunfo; tumba en honor a los soldados franceses que murieron en la primera guerra mundial, con su eterna flama encendida. (Se cuenta que, en unos juegos olímpicos en Paris, un mexicano (tenía que ser), entrado en copas, quiso apagarla orinando sobre ella. Qué pena ajena).

Caminamos por los Campos Elíseos, y sus hermosas construcciones antiguas y modernas, el Cabaret Lido de París – no entramos- por ser lugar “Non Sancto”, seguimos caminando hasta la Torre Eiffel. Visitamos el Palacio de la Opera de París, construido por Luis XIV en 1669 con el nombre de Académie Royale de Musique. Olvidamos de momento lo sacro, para asistir a una función del tradicional Moulin Rouge, no había boletos ni para la última función de ese día, gracias a la gestión de mi hija, conseguimos entrar. Al inicio y al final del Show se presentó un grupo de esculturales bailarinas, “todas sacadas de un mismo molde” (idéntica complexión física, esbeltas, color de piel, etc.). A nuestras acompañantes, esposas y mi hija; y el efecto del champagne, incluido en el costo del ticket de entrada, les “fundamentamos” que esto también “es-cultura”.

En los días de estancia en Paris, después de cansadas jornadas diarias durante una semana, por las noches, llegando al departamento (en un sexto piso), planeábamos cada salida, agendando las vistas a los lugares; claro, con dos botellitas de vino francés cada día con diferente uvas y precio, siendo los mejores los que costaban arriba de 5 a 10 euros por botella; algunas botellas son más baratas que una botella de agua. Escuchábamos canciones de Édith Piaf, en CD que estaba en el departamento.

Regresamos de nuevo a Roma, después de esas “acciones profanas unas y, sacras otras”, a continuar con estas últimas, ya que el 12 de diciembre, se realizaría la misa solemne. Un día antes de la Ordenación Sacerdotal. Visitamos la Universidad Pontificia de Roma, a una reunión con todos los familiares y amigos de los jóvenes que se ordenaban como Sacerdotes. Más de 60 jóvenes, la mayoría de países latinoamericanos, uno de Vietnam, Portugal, etc. y el único mexicano: Nuestro sacerdote Ulises Peñúñuri Munguía. EL 12 de diciembre de 2009 en la Basilica de San Pablo Extramuros, se llevó acabo la Misa y la Ordenación Sacerdotal, que emocionó “a propios y extraños”, al observar la mística devoción de estos jóvenes. Al día siguiente el Padre Ulises, oficio su primera misa en una modesta iglesia Guadalupana, a la que acudimos a la primera llamada. Ahí nos despedimos de él; pero nos fuimos a comer con sus familiares y dos seminaristas (Rodolfo, de Guanajuato y Jesús de Aguascalientes, jóvenes mexicanos, cultos), que nos ayudaron como guías en varios recorridos por la Antigua Roma. Jesús nos regaló a cada familia, el libro: Las Puertas del Infierno, de Ricardo de la Sierva (periodista español).

Escuchamos el rezo del Ángelus por el Papa Benedicto XVI, en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Recorrimos el Museo del Vaticano con sus numerosas obras de Arte; entre infinidad de esculturas, Pinturas (frescos), etc., destaca La Academia de Atenas, de Rafael Sanzio, por encargo del Papa Julio II (realizada en 1510-1512). Visitamos la majestuosa Capilla Sixtina, donde el fresco de la Creación de Adán, llama la atención del visitante, entre los muchos detalles. Pintura solicitada por del Papa Julio Segundo, a Miguel Angel que pintó la bóveda entre 1508 y 1512. Por supuesto que fuimos a la monumental Fuente de Trevi, a tirar moneditas para los buenos deseos, que, un “parroquiano” romano con una canasta limpia albercas, recogería al día siguiente.

Anduvimos: por la plaza Novona con su fuente escultural y edificios con valor histórico en el arte; por la Plaza España, famosa en Roma, donde está el Palacio de la embajada de España, ahí se encuentra la iglesia Trinita dei Monti, con su escalinata y la Fuente de la Barcaza, construida por Prietro Bernini y su hijo. La Plaza Venecia con su enorme monumento a Vittorio Emanuele II; al Coliseo Romano; al Panteón de Agripa, con su sala circular iluminada a través de un agujero (óculo) en su bóveda. Entre otros lugares más. Todo impresionante.

No faltaron los restaurantes con su vino de la casa, las pastas (lasagna) y las pizas.

Después de 18 días de estancia, de profanar Paris, Florencia, Assisi y Roma, regresamos a nuestro México, a Sonora querida, a comer nuestros sagrados, tacos, hot dogs y comida casera, con tortilla de harina y de maíz recién hechas, que en esos días tanto extrañamos, con una cerveza biien helada. A disfrutar nuestro hogar familiar.

raulhcampag@hotmail.com @RaulHectorCampa1

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