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Martes 30 de Abr de 2024
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Pandemia. El alfabeto griego y las teorías de conspiración

Raúl Héctor Campa García
Martes 07 de Diciembre de 2021
 

“Crecemos en una sociedad basada en la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Esta mezcla combustible de ignorancia y poder, tarde o temprano, va a terminar explotando en nuestras caras”. Carl Sagan. El mundo y sus demonios. Barcelona. Crítica (2017)

 

La pandemia actual provocada por la nueva cepa de coronavirus; virus que se conoce a partir de 1980, que afecta al humano, y desde el siglo XIX fue detectado en animales domésticos. En el ser humano era considerado como un virus de baja virulencia, que incluso muchos médicos en su práctica clínica, pasábamos por alto. Sobre todo, en pediatría porque ocasionaban cuadros diarreicos y respiratorios “banales”, enfermedades virales leves, que se auto-limitaban (“a pesar del médico”). Pero que debemos estar pendientes de su evolución, ya que algunos pacientes pueden complicarse o tener otra patología agregada, ya sea sistémica no infecciosa o provocadas por otros gérmenes patógenos (bacterias, hongos, etc.).

Todos los virus, como mecanismo propio de defensa, se replican y mutan a variantes más resistentes, de mayor patogenicidad o virulencia (alta contagiosidad), que, en algunas personas con un sistema inmunológico deprimido o con co-morbilidad, pueden ocasionar enfermedad grave. Como ha resultado con las variedades de cepas nuevas (SARS-COV-2, 2003) del “antiguo coronavirus” en sus diversas mutaciones, hasta llegar a las actuales (2019-2021) que, para identificarlas sin tantas siglas que solo sirven a los investigadores, y a partir de mayo del 2021 la OMS las notifica con las letras del alfabeto griego.

Existe el riesgo de llegar a la letra 24 (Omega) en el próximo año, si persisten las mutaciones en cada replicación. Hasta el momento se han identificado las cepas: Alfa, Beta, Gama, etc. y la más virulenta hasta el momento, la Delta, identificada en el mes de mayo. Aunque se han brincado otras letras del alfabeto griego por su baja contagiosidad, para llegar a la décima quinta letra, la “novata”: la cepa Ómicron, identificada por los científicos en la última semana de noviembre (2021).

Es más práctico para información general y médica identificarlas con el alfabeto a estas variantes, que con la nomenclatura científica; por ejemplo, ésta última cepa, Ómicron, científicamente se le conoce como SARS-CoV2, B.1.1.529, que el 24 de noviembre del 2021 se notificó a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se detectó por primera vez en muestras recolectadas el 11 de noviembre del mismo año, en Botsuana y el 14 del mismo en Sudáfrica. El 26 de noviembre la OMS la nombra Ómicron, como una variante de preocupación (VOC por sus siglas en ingles). De los casos detectados en Sudáfrica, se agrega el primer caso confirmado de la variante Ómicron en los Estados Unidos, el 1 de diciembre del 2021. Esta nueva mutación con posibilidad de mayor contagiosidad, pero sensible en cierta manera a las vacunas actuales, aun con las variantes que presenta el virus en su estructura, porque la base genética, aunque modificada es la misma (sigue siendo coronavirus) y, por lo tanto, las vacunas actúan para limitar su diseminación o la enfermedad sea menos grave, pronosticando una menor mortalidad, según los expertos. (Esperemos)

Por otro lado, como ha ocurrido en anteriores y antiquísimas pandemias, no faltan los detractores contra los verdaderos científicos; detractores que han surgido por todo el mundo, con los grupos anti vacunas y los que promueven las “teorías de conspiración”, principalmente en Europa, los Estados Unidos y en otros países, con miles de seguidores. Con estos grupos, más los charlatanes y especuladores con la salud, hacen que algunos pacientes se compliquen. Unos por negarse a los tratamientos, que, si bien es cierto, en esta pandemia (se ha comentado), se ha estado aprendiendo sobre la marcha; como ha pasado con todas las enfermedades emergentes.

Tal parece que estos “teóricos” de las conspiraciones, charlatanes y especuladores, padecen una megalomanía y quimérica “entelequia”. Que desgraciadamente, repito, en toda la historia de las pandemias cuenta con adeptos.

Las complicaciones, surgen también por el consumo de productos milagros y otros “inventados” por médicos y no médicos, sin la preparación académica, ni científica. Los médicos que atienden pacientes con complicaciones diversas y graves, por COVID19, que llegan a los hospitales que cuentan con áreas para estos pacientes, han comentado que cuando llegan graves, la mayoría de estos pacientes niegan de entrada, que han recibido esos “tratamientos preventivos” y después, poco a poco terminan por afirmarlo. Incluso algunos no han

recibido ninguna de las vacunas contra COVID19 y quizás ni otras. Realmente no se ha hecho un estudio formal de este fenómeno, probablemente por esa negativa del paciente al no responder con la verdad, en el interrogatorio clínico.

De la misma manera, queda en el anecdotario los “buenos resultados de la prevención”, al consumir estos productos “milagrosos” y algunos cocteles con dos o varios medicamentos, que se los administran en salud, por algunos médicos. Estos especuladores, ya lo hemos comentado, le apuestan a que un aproximado del porcentaje siguiente: más o menos un 80% de la población no se va enfermar, un 20% presentará síntomas, se enfermarán; y de estos la mitad (un 10 % del total) se pondrán graves, y un 5 o 6 % de ese total pueden fallecer. Del 80% que no se enfermarán, un considerable porcentaje consumen estos productos. Algunos angustiados parroquianos (“SANOS”), acuden a esos remedios, por la neurosis o el miedo enfermarse.

Si, se enferman, pero de un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), que además se convierten (personas sanas físicamente), en promotores gratuitos de estos productos, recetados por reconocidas personas; en ciertos medios.

¡“Cosas veredes Sancho”!

raulhcampag@hotmail.com 

@RaulHectorCampa1

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