• Banner
  • Banner
Sábado 27 de Abr de 2024
El tiempo - Tutiempo.net

Vida y milagros del chayote (2)

Carlos MONCADA OCHOA
Lunes 01 de Novimiebre de 2021
 

Ayer conté que la práctica del chayote periodístico la trajeron, en principio, de la Ciudad de México, los periodistas que publicaban revistas confidenciales que no circulaban normalmente, sino mediante suscripciones que vendían caras a los políticos a quienes elogiaban.

También los reporteros de los grandes rotativos de la capital vinieron a dar lecciones de chayotaje cuando aparecían aquí como enviados a las giras de los candidatos a la Presidencia de la República o con los presidentes. Gobernadores, diputados, presidentes municipales y hombres de negocios les soltaban mil atenciones y, desde luego, dosis de lana, para salir mencionados en Excélsior, El Universal y demás medios.

Le pregunté a Fernando Romero Santander si había encontrado, durante su trayectoria de jefe de Prensa del Gobierno del Estado, un reportero de México que se hubiera negado a aceptar el chayote. Fernando jefaturó la dirección de Prensa con el gobernador Alejandro Carrillo Marcor y parte del sexenio del gobernador Ocaña. En esos tiempos el chayote para los reporteros que venían en esas giras era de Veinte Mil Pesos cuyo valor adquisitivo equivaldría casi a los Cien Mil Pesos de hoy.

Después de pensarlo un buen rato, Fernando recordó un caso. El columnista de Excélsior (después se pasó a El Sol de México) Ángel Trinidad Ferreira no quiso tomar el sobre con los billetes. Fernando, que era su amigo, discutió con él para convencerlo de que lo aceptara. Y Angel terminó por decirle: de plano, no lo agarraré, pero si quieres darme gusto, mándame al aeropuerto mañana temprano, cuando me iré, una caja con coyotas, carne, machaca, esas sabrosuras que hacen ustedes en Sonora.

“Ah, dijo Fernando, que acababa de recordar una segunda negativa. Tampoco aceptó una reportera, y con ella fue más difícil porque como no la conocía, no me animé a bromear. Y cuanto más insistía yo en que se echara al bolso el sobre, más se enojaba. Jugué mi último argumento. A mí, le dije, me entregan una cantidad global y firmo al recibirla. Luego la divido equitativamente en estos sobres. Si a uno le queda dinero, le daré un problema serio al contador de la Tesorería pues no hallará cómo reintegrarla a la caja”. “Pero el problema será de ese contador, no mío”, dijo la chica y salió de la oficina dando un portazo.

¡Admirable!, dije yo, y saqué una libreta para escribir el nombre de la periodista digna. Pero Fernando lo había olvidado. ¿Y de qué periódico era? Tampoco se acordó. Es el colmo, le dije. Ferreira, como quiera que sea, aceptó un regalo, que

no lo considero chayote porque ustedes son amigos y no hubiera sido extraño que se lo dieras con gira o sin gira. Pero esta periodista fue la única que en tus años en estas danzas ha rechazado el chayote. No sólo deberías recordar su nombre sino haberle pedido su autógrafo, haberle tomado fotos y haber puesto en esta oficina de prensa, en su honor, una placa de homenaje.

Bien, el caso es que algunos periodistas hábiles se dieron cuenta de que el chayote, en Sonora, era para los directores de medios, y comenzaron a fundar periódicos y revistas de corto tiraje, presentación modesta, para ingresar a la lista de privilegiados. Ni qué decir que aumentaron las oportunidades cuando Internet permitió crear periódicos digitales formales de amplia difusión e inversión mínima. Pero aquí comienza otra historia que algún día contaré.

carlosomoncada@gmail.com

Política de Privacidad    Copyright © 2006-2024 InfoCajeme.com. Todos los Derechos Reservados.