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No les aguanté el ritmo ayer a los diputados, y eso que me llevé un plato de lasagna al escritorio para continuar viendo y oyendo el desarrollo de la asamblea. Pero pude tomar nota de la iniciativa de la diputada Natalia Rivera Grijalva, para el efecto de puntualizar con claridad la figura de “conflicto de intereses”, pues hasta hoy ha quedado a criterio de quienes califican reprobar o defiender, según de donde sople el viento político, a los sospechosos de corrupción.
Para lograr ese objetivo, la legisladora propuso modificaciones a la Constitución Política local y a la Ley Orgánica del Legislativo. Esta última obligará a todo diputado que detecte conflicto de intereses a denunciarlo. Para dar más transparencia a los casos concretos, la figura quedará ligada a la apertura que ofrece el parlamento abierto. Como que van a amarrarles las manos a quienes se propasan en el ejercicio del poder. Hay que apoyar a Natalia, pues cuántas cosas habrá visto como jefa del gabinete de la ex gobernadora.
El diputado Oscar Eduardo Castro pudo haber concretado mejor su iniciativa sobre la necesidad de ampliar la atención de la salud mental; fueron interesantes sus datos y reflexiones sobre la pandemia pero tardó un buen rato en ir al grano. Es acertada la prevención de que se consulte de una vez a Hacienda del Estado la repercusión que tendría en el presupuesto la instrumentación de la iniciativa.
DICIEMBRE AMENAZA
El alborozo navideño no puede evitarse. Que porque viaja uno para pasar unos días con parientes entrañables, o vienen los entrañables parientes a visitarnos; que si ya le encargaste un artístico arbolito a Jessica Carvajal Siller; que si que le vas a regalar a tu jefa Marianna González; que esto y aquello y lo de más allá.
Todo está bien, pero las fiestas y las posadas son la primera amenaza que se cierne sobre la salud, y el alocado manejo del aguinaldo, la segunda. Hay que organizarse y procurar la superación de las tentaciones a fin de pasar sin daños el largo espacio que falta para enero.
Yo he tenido la fortuna de reunirme aquí con dos de mis hijos sonoguachos, y confío en que veré en Navidad al sonogringo de Phoenix junto con mi nieta Lunita, a quien no conozco todavía. Y como que me animo y no me animo a irme unos días a México para convivir con mis hijas, hijos, nietos, nietas, bisnietos y bisnietas (yernos y nueras de propina), pero no me decido todavía.
Y es que tengo un pendiente. Tanto los priistas como los panistas están organizando asambleas para elegir a sus respectivos dirigentes estatales, y no quisiera que me buscaran para que les diera asesoramiento y no me hallaran. Los del PAN, querrían que les dé mi opinión sobre los del PRI, y los del PRI, para que los oriente sobre los problemas del PAN. ¿Cómo dejarlos solos?
