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Temprano comenzaron los estudiantes de la Universidad a preparar la celebración de la Muerte (con mayúscula en señal de respeto afectuoso), quizás en prevención de que se atraviesa en el trayecto al 2 de noviembre un fin de semana.
En algunas oficinas, edificios públicos e inclusive barrios y colonias, se conserva la tradición de instalar altares de muertos en recuerdo de amigos y familiares que se fueron. Por lo general colocan una foto del difunto, panes, bebidas y frutas, y en algunos casos los decoradores, ayudados por juegos de luces y flores, logran crear altares que podrían calificarse de artísticos.
El desfile tradicional de los estudiantes, aunque consiste en un recorrido por el campus, siempre resulta estupendo para todos, gracias a los actores y bailarinas que, al danzar y moverse con gracia, dan al concepto de la Muerte un significado bello y profundo.
Seguramente alguno recordará que este año se conmemora el centenario de la muerte del poeta jerezano Ramón López Velarde. De ser así, le encargo escribir en el sitio más visible del altar, los versos que debe haber dedicado a Fuensanta, su amada ideal:
Si soltera agonizas
irán a visitarte mis cenizas
Fuensanta falleció en 1917 y Ramón sólo tardó cuatro años en ir a visitarla. Dejó la existencia mortal en 1921, cuando apenas había rebasado los treinta de edad.
(Ramón López Velarde es mi poeta predilecto, junto con el francés Jacques Prévert cuyo libro “Fatras” (Fárrago) trae a la Muerte en la portada con un largo mantón que deja ver la cara huesuda y parte del esternón; sobre ella salta, apoyándose en su cabeza, traviesamente, un sano y lindo chamaco).
ALTAR DE MUERTOS TRICOLOR
Supongo que en agradecimiento por las oportunidades que les puso a la mano el difunto PRI, habrá muchos políticos que le dedicarán un altar de muertos. Por favor, nada de utilizar colores oscuros que invitan al pesimismo; copiando a la bandera nacional, la tendencia del ornato debe ser la cromática tricolor. Y la fotografía, según el gusto y el grado de gratitud que guarden al partido, la del presidente de la República, gobernador del Estado o presidente municipal de sus preferencias.
Quienes decoren han de colocar pan y bacanora al alcance del ánima priista que llegará la noche de día 2, y como ornamentos, un código electoral, la Constitución General y la de Sonora abiertas en los capítulos que hablen de elecciones y algunas papeletas de votación falsificadas.
Desde luego, ésas son sólo sugerencias que expongo en forma respetuosa, cada quien es libre de escoger la forma más adecuada para recordar a su difunto.
carlosomoncada@gmail.com
