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Ayer dio a conocer el presidente AMLO su tercer informe de gobierno con su estilo sintético, sobrio, directo, sin la paja que sus antecesores le hacían a uno tragar tres horas de aburrida lectura. Va “a mitad del camino”, como se llama su libro reciente, y considera que si en este momento dejara la Presidencia, el país seguiría en marcha con el rumbo democrático que le ha dado la 4 T, la organización adecuada para combatir a la delincuencia (la Guardia Nacional cuenta ya con cien mil elementos), la conciencia popular de que se puede y se debe gobernar con honradez, la clave de la grandeza: “Primero los pobres”..
Con todo, creo que no hay que confiar en que tres años han sido suficientes; necesitamos a nuestro Presidente los tres que faltan para consolidar el camino avanzado y para estar seguros, los ciudadanos, de que estamos en aptitud de escoger al mejor o la mejor para 2024-2030..
Hemos sido afortunados al haber encontrado un gran presidente para esta época de grandes problemas y porque, además, en Sonora estamos a un paso de que tome la conducción del estado un gobernador de quien aguardamos similares resultados que los comentados. Naturalmente, habrá que añadir a los esfuerzos del mandatario que viene los esfuerzos de cada uno de nosotros.
SATISFACTORIO REGRESO A CLASES
El 17% de los alumnos de educación básica que reanudaron las clases presenciales en Sonora queda lejos, en estricto criterio matemático, del 100%. Pero traducido ese 17 por ciento a números, son miles de niños, cerca de 40 mil los que volvieron. Y eso, a pesar de las campañas que se desataron a favor del “No al regreso”, unas con la sana intención de seguir protegiendo a los hijos en casa, y otras con la insana intención de presentar como fracaso el llamado del Presidente.
Pero el éxito del regreso no se debe principalmente al Presidente de México, sino a los padres de familia pues quedó asentado que llevar a los niños a la escuela no era obigatorio, quedaba al criterio de cada familia hacerlo o esperar. De modo que la buena decisión fue tomada por los padres convencidos de que el desarrollo físico y mental de niños y niñas se logra si, a la vez que aprenden, conviven como entes sociales con sus maestros y compañeros.
Todavía, hay que decirlo, quedan pruebas por superar. Y ésta es la principal: si se llegare a detectar un caso de contagio en un aula, los padres no deben dejar que se apodere de ellos el pánico ni, mucho menos, hacerse eco de los rumores que no pocos se empeñarán en difundir en tono alarmista, para hacer fracasar el regreso presencial a clases.
Obviamente, se tomarán todas las medidas adecuadas para determinar el origen del contagio y la forma de combatirlo con rapidez y eficacia. Pero hay que dejar que los médicos dicten las medidas necesarias sin hacer el mínimo caso a los chismosos perversos.
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