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Dentro de un mes la gobernadora Claudia Pavlovich volverá a la categoría de ciudadana a secas. ¿Por cuánto tiempo? “La costumbre del poder”, como llamó Luis Spota al hábito de disponer y ser obedecido, hace que el político que cumple un encargo eche una mirada a su derredor a ver en dónde puede seguir ejerciéndolo.
Por lo que toca a los gobernadores que ha tenido Sonora de la mitad del pasado Siglo a la fecha, Álvaro Obregón Tapia sentía que iba derechito a la Secretaría de Agricultura en cuanto tomara posesión de la Presidencia su amigo Gilberto Flores Muñoz, pero el dedazo de Ruiz Cortines no fue para éste sino para Adolfo López Mateos.
El gobernador Luis Encinas calculó que si llegaba a la Presidencia Jaime Torres Bodet, él podría ser secretario de Educación, y aunque tampoco se le hizo, el presidente Luis Echeverría lo nombró gerente del Banco Nacional de Crédito Agrícola. Al gobernador Faustino Félix Serna sus amigos le desearon la Secretaría de Agricultura pero sin posibilidades. El gobernador Carlos Armando Biébrich debe haber soñado en la Presidencia vía Secretaría de Gobernación pero su destino fue andar prófugo de la justicia dos años.
El gobernador Alejandro Carrillo Marcor salió a edad no aconsejable para meterse en otras danzas. El destino del gobernador Samuel Ocaña García fue la Subsecretaría Agraria de donde salió, pero sin boleto de regreso, Armando López Nogales, quien al concluir su sexenio se fue a Los Amoles (“nos dio amole con el dedo”, dije yo alguna vez, lo confieso). El más original de todos fue Guillermo Padrés Elías: de la gubernatura a la cárcel.
En cuanto a Claudia, de Guaymas me llegó el rumor de que entrará al cuerpo diplomático, como cónsul de México en Barcelona. Si así resulta, qué envidia, Barcelona es un centro de cultura de los más relevantes en el mundo.
¿RECUERDAN LA TREGUA?
No la novela “La tregua”, de Mario Benedetti, sino la tregua que pidió José López ¨Portillo a los mexicanos en su discurso de toma de posesión. Puso entonces una muestra estupenda de oratoria política y con resultado inmediato, pues estuvimos de acuerdo los mexicanos en concedérsela; conscientes estábamos de que requería tiempo para resolver los graves problemas heredados.
El gobernador electo Alfonso Durazo ha dicho con lógica convincente, que nadie espere que las soluciones prometidas durante la campaña para los problemas de Sonora se den de inmediato, como si se poseyera él una varita mágica.
Y pidió una tregua. Sugiero respetuosamente que, si vuelve a ofrecerse, utilice una palabra distinta. Cuando al fenecer el primer año de su Presidencia, le preguntaron a López Portillo qué pasaba con las maravillas prometidas, él respondió: Pedí una tregua, cierto, pero no dijimos qué taan larga. Mejor otra, pues, para qué comparar..
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