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Tengo una gran confianza en las buenas intenciones y la rectitud del presidente AMLO. En más de una ocasión lo he asentado en este espacio. Confío porque sustenta en la Ley por lo general sus decisiones. Pero “por lo general” significa que no siempre. Cuando no veo que están bien asentadas en la Ley, desconfío. Deseo que México sea un país de Derecho no de improvisaciones ni de repetición de violación de las normas,
En el caso del acueducto a El Novillo, que le roba torrentes diariamente al Valle del Yaqui, hay amparos que no se han acatado. Es reprobable que los yaquis se tomen la libertad de cobrar peaje a los automovilistas pero tienen razón al reclamar su derecho al agua. El Presidente y sus colaboradores se hacen los occisos y actúan con el criterio de Padrés y socios. Si ya está ahí el acueducto, ¿por qué no aprovecharlo y que se sigan robando el agua? Como si la respuesta no fuera clara y contundente: es una obra construida con violación de la Ley. Primero, que se cumplan las resoluciones pendientes.
En su reciente visita a Tijuana prometió el Presidente regularizar los carros chuecos y ayer hizo lo mismo en Ciudad Juárez, y dijo que hay dos razones: la seguridad, ya que hay quienes usan los carros chuecos para cometer delitos, y el hecho de que hay gente que les da buen uso: para llevar a sus hijos a la escuela y para moverse ellos mismos, y no tienen dinero para comprar un carro de las agencias. ¿Se sabe, sólo con mirar uno de esos vehículos si lo utiliza un asesino o un laborioso padre de familia?
Le está dando visto bueno el Presidente a la práctica del contrabando.
Este juego de regularizar carros ilegales, mantener en funcionamiento el contrabando y volver a otra regularización, y repetir el ciclo una y otra vez, viene de los tiempos de Carlos Salinas de Gortari y tal vez de un poco atrás. Luego de cada regularización prometían que “ahora sí” se impediría el contrabando, y nunca ha dejado de cometerse.
De esa manera, nunca se controlará y no podrá evitarse que sigan asaltando o secuestrando o violando en esos carros que el delincuente abandona sin que le sigan la pista. Y tampoco bajará el precio de los autos en las agencias porque siempre habrá cómo adquirirlos baratos y chuecos.
Ah, dijo el Presidente, pero ya se entregó la responsabilidad de las aduanas a la Secretaría de la Defensa, y la de los puertos, a la Secretaría de Marina. Ya no se permitirá el contrabando. ¿Qué los soldados y los marinos son ángeles incorruptibles? El único remedio es localizar a los que se han enriquecido y se siguen enriqueciendo con la introducción ilegal de docenas de miles de carros y meterlos a la cárcel, y desde las alturas del poder sancionar a quienes compren, vendan o de cualquier manera trafiquen con esos vehículos chuecos.
Por lo pronto, qué decepción, nos enfrentamos a la tolerancia de la corrupción por parte del campeón que con tanto ardor reprueba la corrupción. Quedamos igual o peor.
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