Dejé de mencionar a la señora Célida López cuando quedó claro que el recurso que presentó contra la entrega de constancia de mayoría al candidato del PRIAN no prosperaría. ¿Para qué repetir que autorizarla para que intentara reelegirse en la presidencia municipal de Hermosillo fue un grave error de MORENA? Eso no tiene remedio.
Pero el gobernador electo la incorporó al equipo de transición, concretamente, en el área de turismo. Y ya surgió por ahí un reportero que algo tiene qué agradecer a la señora, o simplemente que es bien intencionado, sugirió que tiene esperanzas doña Célida de quedar en el gabinete del ya casi mandatario.
Alfonso Durazo ha dicho con claridad que los miembros del equipo de transición no necesariamente pasarán al gabinete. Como puede que sí, puede que no. Ya se verá. Lo que se puede ver, y se ha visto desde antes, es que la ciudadana Célida López no es apta para el servicio público.
En consecuencia, que le den calorcito de cuates como compañera de partido está bien, que salga en la foto y se le alivie un tanto el pesar del fracaso, pero no se equivoquen de nuevo metiéndola al gabinete. La facultad de nombrar colaboradores nada tiene qué ver con los afectos personales y no ha de pagar el pueblo berrinches ajenos.
LOS MÁRTIRES DE PEGASUS
Otro escándalo de los gobiernos neoliberales al descubierto, con el gasto irresponsable de millones de dólares, es lo que se pagó por el espionaje de miles de mexicanos con la aplicación del programa pegasus. Se trata de un software perverso para espiar simultáneamente a multitud de personas sus conversaciones telefónicas. Al parecer fue el presidente Peña Nieto el que más abusó de esta tarea ilegal y canallesca.
Hace un tiempo, en una reunión de escritores en la que consideramos el análisis de las conductas humanas como fuente de material literario, para las novelas, por ejemplo, alguien consideró que quienes se abastecen mejor al respecto son los sacerdotes mediante el ejercicio de la confesión.
Pero una reflexión más profunda nos hizo concluir que las conductas humanas que se traducen en pecados, es decir, lo que escucha el confesor, son las mismas que se repiten y repiten a lo largo del tiempo, de manera que escucharlas una y otra vez matan el interés y provocan aburrimiento.
El programa Pegasus realiza las grabaciones telefónicas automáticamente, pero hay o hubo técnicos obligados a escucharlas para separar lo interesante de lo intrascendente y rutinario, es decir, las simpleza y tonterías, las estupideces y estulticias que se mezclan con la política. De modo que si al cabo de la investigación que entendemos se lleva al cabo, se fincan responsabilidades, habrá que castigar a los culpables obligándolos a escuchar, según el tamaño del delito, seis meses o seis años de pendejadas todos los días. Serán los mártires de pegasus.
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