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APUNTES PARA “MI LIBRO PÓSTUMO” (17)
Conocí al profesor Carlos Hank González en su despacho de gobernador del Estado de México. La dueña del semanario “Claridades”, Olga de Medina, del que yo era director, hizo una cita con él para plantearle un asunto de terrenos o algo parecido, y nos invitó a acompañarla a Renato Leduc, que era su compadre (de doña Olga, no de Hank) y a mí. La oficina de Hank era muy grande y algo fea. Para que doña Olga hablara sin dos metiches, Renato y yo nos retiramos al extremo del salón a revisar algunas fotos llamativas.
Cuando Hank fue nombrado jefe del Departamento del D. F. formé parte de su limitado equipo de asesores y me agregaron en 1981 a quienes lo acompañaron a Canadá. Luego de visitar Québec, fuimos a Montréal, donde las autoridades le ofrecieron una cena. A todos los visitantes nos obsequiaron un L. P. grabado por la Orquesta Sinfónica de Montréal dirigida por Charles Dutoit. El mayor de la ciudad presumió, en su discurso, que esa orquesta era su orgullo, pues tenía 48 años y se preparaban ya para, dentro de dos años, celebrarle el cincuentenario.
Al agradecer la cena, Carlos Hank le puso la nota simpática a la reunión. “Tenemos también nosotros una sinfónica, dijo, de la que estamos orgullosos y que tiene cierto parecido con la de ustedes, pues ha cumplido dos años y dentro de 48 le celebraremos el cincuentenario”.
El mundo no se cansa de dar vueltas. Trece años después, vi el anuncio de que la Orquesta Sinfónica de Montréal, con su director Dutoit, tocaría en Bellas Artes, y naturalmente, compré mi boleto con anticipación. Era el 17 de octubre de 1994. A las 20:30 horas el teatro acogía a una nutrida concurrencia y los músicos comenzaron a salir para ocupar sus sillas.
La sorpresa fue indescriptible. Unos iban con suéter, otros con saco deportivo que no hacía juego con el pantalón, unas damas con falda y otras con pantalón. Ninguno con traje oscuro y corbata siquiera. No sé decir si el público, acostumbrado al ritual más o menos protocolario de los conciertos, estaba escandalizado, porque mis propias confusas impresiones me impedían observarlo.
Estando todos los músicos en sus sitios, antes de que entrara el director, se oyó una voz “in off”: “Respetable público: la Orquesta Sinfónica de Montréal agradece la asistencia de ustedes y ofrece una sentida disculpa por su vestuario informal. El avión que traía sus instrumentos y su vestuario no pudo levantar el vuelo en Guadalajara y no ha llegado a esta hora al aeropuerto de la Ciudad de México. Sus colegas de la Orquesta Sinfónica Nacional les han prestado sus instrumentos y prendas de vestir”.
Le dimos a los canadienses una larga, cariñosa ovación y nos dispusimos a gozar de su música.
OTRAS NOTAS:
Ayer por la noche puso el director Alfonso Molina, hermosillense, su obra “Inmigrante ilegal”, ópera en un acto, que hace unos años vimos en el Teatro de la Ciudad y en el Festival Ortiz Tirado. El espectáculo fue gratuito, en el Parque Madero.
El Instituto Sonorense de Cultura anunció que 24 proyectos serán financiados de acuerdo con el esquema “Eficas”, en las ramas de Teatro, Danza, Música, Cine y Patrimonio Artístico, por un total de $9’716,487.72 Un proyecto de teatro recibió Un Millón de Pesos y otro, casi el millón.-
El sábado próximo, en la Sociedad Sonorense de Historia, reunión de la Asociación de Cronistas Sonorenses. Ya les contaré.
carlosomoncada@gmail.com
