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Cuando menos una vez en cada cambio de equipo gobernante, y creo que más de una vez, se ha hablado de la profesionalización del servicio civil para no echar a los servidores públicos experimentados para dejarles el puesto a los que “se la rifaron” en la campaña, aunque en muchos casos resulten unos buenos para nada.
Ahora las cosas van en serio. El gobernador electo pidió al secretario de la Función Pública, antes Contraloría, y al titular de la Auditoría Superior de la Federación, la colaboración necesaria para que la entrega de ayuntamientos que se van a ayuntamientos que llegan se realice con absoluta transparencia. En consecuencia, se llamará a los funcionarios de la administración municipal para capacitarlos.
Un señalamiento del gobernador electo es especialmente práctico y justo: retener a los mejores perfiles, los ya entrenados, para que al margen de partidos y de ideologías continúen al servicio del gobierno local.
Es fundamental que el mecanismo administrativo siga trabajando sin pausas, pero no se logra esto con la incorporación de improvisados, por muchos que sean los méritos que hayan acumulado en campaña.
Se entiende que los líderes de los diversos niveles de gobierno, elegidos por voto popular cambien periódicamente, porque el cambio es la esencia de la democracia. Pero los técnicos, los especialistas de la administración no tienen por qué pagar los platos rotos en caso de no haber sido vistos con el candidato acertado. Al contrario, si su historial de servidor público es bueno, hay que premiarlo reteniéndolo en el cargo. Ganará con ello la sociedad.
¿UN PARTIDO DE MUJERES?
Ya se ha hecho notar que en la próxima legislatura del Estado habrá 20 diputadas. Las que en 1955, hace 66 años, comenzaron a colonizar el Congreso con una sola diputada (y hubo trienios en los que no tuvieron ninguna), y tardaron en que les dieran dos curules, y fueron engatusadas casi hasta terminar el siglo pasado con candidaturas suplentes, ahora serán mayoría indiscutible por primera vez.
Son más las diputadas de MORENA y, aunque con serias dificultades, queda la posibilidad de que las diputadas de otros partidos, haciendo alianzas con varones de otros partidos, neutralizaran a las morenistas.
Pero, si me permiten echar a volar la imaginación. ¿Qué tal si las veinte diputadas decidieran formar un bloque exclusivo de mujeres, que hicieran e impulsaran una
agenda común y votaran por todo lo que les conviniera y contra todo lo que no vieran con buenos ojos?
Simplemente controlarían la marcha del Estado de Sonora. Ya sé que esto es una fantasía, pero es realizable. Por tanto, se sugiere que en la agenda que aprueben los diputados se reserve un espacio de oración para que esto no suceda.
carlosomoncada@gmail.com
