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Carlos MONCADA OCHOA
Miércoles 02 de Junio de 2021
 

La aventura de votar

“El atropello electoral es la fuente de todos los abusos”, escribe José Vasconcelos en el prólogo a “La verdadera Revolución Mexicana”, de Alfonso Taracena (esta obra consta de más de una docena de tomos y la reeditó en fecha reciente Porrúa; es fácil hallarla; precio muy bajo).

En ese prólogo hay otras dos observaciones de Vasconcelos que sin duda serán útiles para quienes no han decidido aún por quién votarán: “En nada se parece Taracena a tantos fariseos de las letras que echan tierra sobre la verdad, en vez de denunciarla, a pretexto de que es necesaria la unión nacional. La unión con los pillos no engendra sino complicidad y más prolongada sucesión de infamias… Sólo hay una unión que sea fecunda: la unión de los esfuerzos puros y nobles, en contra de las mafias y las conjuras de los bribones, en contra también del silencio de los cobardes”.

En sus “Memorias”, un libro de casi casi mil páginas (Grijalbo 1984), Gonzalo N. Santos, “el alazán tostado”, cuenta con cinismo cómo se disputaban a balazos la posesión de una casilla los partidos. A él le tocó barrer a punta de metralleta a los adversarios del general Cárdenas que ya estaban en posesión de las urnas. Llega el viejo político potosino a describir cómo lavaron la sangre del piso con la manguera de un carro de bomberos.

Mi experiencia personal: no voté en 1955, aunque tenía los 21 años que entonces exigía la ley, porque no tuve tiempo de empadronarme: llegué a la edad una semana antes de las elecciones. Pero en 1958 me armé con mi credencial para ir a votar por primera vez, y no fui a temprana hora sino alrededor de las 11, porque trabajaba entonces en el Diario del Yaqui y me acostaba a media noche. ¿Pero creen que tampoco entonces pude votar?

Me faltaba más de una cuadra para llegar a la casilla, y ya había advertido que el viento arrastraba, por aquellas amplias calles de Ciudad Obregón, papeletas y documentos electorales desgarrados. Algunos partidarios de Rafael Contreras Monteón, “El buqui”, habían atacado varias casillas, una, la del Hotel Kuraika, con letal resultado. Se dijo que varios contreristas habían tratado de arrebatar el fusil a un soldado y se le había disparado a éste el arma. El trabajador Pascual Acuña cayó muerto.

En 1967, año electoral tremendo en que llegó al poder Faustino Félix con calzador, la junta computadora había ya manipulado las urnas reunidas para que ganara el PRI la presidencia municipal de Hermosillo. Pero de México los meros meros ordenaron que reconocieran el triunfo del panista Jorge Muñoz, y los mismos que le echaron más votos al PRI tuvieron que sacarlos y restituir los que le habían quitado al PAN.

Que cosas como éstas y oras peores queden en el olvido cuando vayamos, este domingo, a votar.

carlosomoncada@gmail.com

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