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Una persona al parecer bien enterada escribió en Face Book que el periódico “Expreso” liquidará buena parte del personal de planta, y especula en el sentido de que, como consecuencia de la pandemia y de los resultados electorales, se encamina al cierre.
Me alegraría escuchar una voz autorizada desmintiendo esta versión. Porque la clausura de un periódico, que es una fuente de trabajo, no sólo es noticia grave para quienes laboran en él sino para toda la sociedad a la que informa y orienta.
Sostener un periódico ha sido siempre muy difícil, sobre todo si no se maneja con tino la relación con el gobierno. Adolfo de la Huerta, gobernador por disposición del Primer Jefe de la Revolución, primero, y luego por elección constitucional, fundó periódicos e importó a los directores del centro del país, entre ellos José Healy. A éste lo ayudaron a comprar “El Imparcial” los gobernadores Yocupicio, Macías Valenzuela y general Abelardo L. Rodríguez.
Los políticos han aportado dinero de su bolsa, y se presume que también cachos del presupuesto, para crear periódicos. Así nacieron y murieron el “Heraldo del Yaqui”, y “Última Hora”, vespertinos de Ciudad Obregón. El gobernador Faustino Félix Serna y socios fundaron “El Sonorense”, de Hermosillo, “Tribuna del Yaqui” de Cajeme, y otros. La lista es larga.
El periodista-empresario descubre que la más rica fuente de publicidad es el gobierno, no porque genere muchos anuncios de obligada publicación, sino porque paga para que el medio le forme con elogios una opinión pública favorable, y a veces paga a cambio de que no publiquen nada. Y sucede a menudo que el periodista se compromete de tal manera con un grupo político, que cuando otro grupo asume el poder, se siente desamparado.
Asiste la razón al ciudadano que grita: ¡Abajo los subsidios! ¡No más chayote!, porque el grito expresa una posición ética. Pero esto no remedia que los equivocados políticamente puedan salvar sus empresas grandes o pequeñas. Algunos emprenden campañas de desprestigio contra los nuevos gobernantes con el fin de presionar y recuperar sus privilegios.
El gobernador Eduardo Bours ordenó, apenas instalado en su oficina, suprimir las “ayudas” no justificadas, pero la realidad recomendó arrojarle un salvavidas a éste, otro a aquél, y antes de mucho tiempo la vieja normalidad se impuso en buena medida.
El gobernador Alfonso Durazo hará bien en arribar al cargo con un plan claro al respecto. Habrá que ver si es posible conciliar la lucha contra la corrupción, uno de los principios principales de la 4T, y el apoyo que necesitan los que difundieron barbaridades que se antojan imperdonables.
No se me ocurre qué medidas legítimas recomendar. Pero, afortunadamente, yo no soy dueño de un medio ni, mucho menos, gobernador o funcionario. Sólo soy un ciudadano preocupado por la eventual desaparición de un periódico.
carlosomoncada@gmail.com
