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NAMAKASIA
SE SUPONE QUE LO SABEMOS porque leímos (y no creo que las han leído muchos) la “Historia de la conquista de la Nueva España”, de Bernal Díaz del Castillo; o la “Historia de la conquista de Méjico”, de Antonio de Solís; o las “Cartas de relación”, de Hernán Cortés; o cualquiera otra de las obras que nos dejaron los cronistas españoles. Pero ellos fueron los beneficiarios de los asesinatos, la destrucción, la violación herética de los templos, las traiciones. Y no se les ocurrió averiguar y dejar testimonio de lo que pensaban los seres humanos a quienes mataban, los forjadores de una cultura que los invasores trataron de aniquilar. Hoy podemos saberlo.
ERNESTO GARCÍA NÚÑEZ, novelista veterano, acaba de publicar “La tragedia de la invasión”, en cuyas cuatrocientas páginas y pico nos hace escuchar las voces de los habitantes de la gran Tenochtitlan en el palacio de los emperadores, en las calzadas y veredas por donde se aguardaba a los conquistadores. Son diálogos normales de hombres y mujeres que expresan asombro ante los “raros”, hambrientos de comida y de oro, que matan con desparpajo en nombre de un rey que quién sabe si existirá. Esta novela histórica da para largo análisis, que intentaré realizar en trozos. De momento se me ocurre una utilidad práctica: tomar el libro como guía para enseñar historia a niños y jóvenes (y adultos, para que corrijan lo mal aprendido). Posee rigor histórico porque el autor ha estudiado las versiones de los grandes cronistas, lo guía el amor a nuestros ancestros y cuenta con la amenidad literaria que mantiene en vilo la atención. El libro es de la Editorial Sonora Queherida y se encuentra los fines de semana en El Estanquillo de las Letras, de la Plaza Zaragoza.
EMMANUEL SABÁS y BACH van de la mano. El primero interpretó con maestría el Concierto No. 3 del segundo en el concierto que ofreció el jueves la Orquesta Filarmónica de Sonora desde el Teatro de la Ciudad. El programa, siempre bajo la dirección llena de color del maestro Héctor Acosta, se completó con la Suite de San Paul, de Gustav Holst. Un genio de los siglos XVII-XVIII y otro de los siglos XIX-XX, buena combinación. Al menos en otra ocasión señalé un error en los datos que aparecen impresos para el público. En los del jueves se indicaron así las fechas de nacimiento y muerte de Bach: 1785-1750, en lugar de 1685-1750. De ninguna manera es ocioso cuidar las fechas, que sirven, entre otras finalidades, para ubicar a un músico en determinada corriente artística o en relación con sus contemporáneos. En el caso de Bach tiene especial interés porque, contra lo que pudiera suponerse, luego de fallecido cayó en un largo periodo de olvido, no fue reconocida su grandeza de inmediato.
¿TEATRO FOLCLÓRICO? El candidato Alfonso Durazo, el favorito para ganar las elecciones ya próximas, declaró uno de estos días de campaña que bajo su gobierno habrá teatro folclórico. Se adelantó a aclarar que esto no implicará la construcción de un teatro dedicado al folclor, lo que deja incompleta, para nosotros, la idea que trae en mente. En las Artes Escénicas ubicamos la danza folclórica, que desde hace muchos años se enseña y se cultiva en la Universidad, y también en prepas y secundarias federales y estatales. Si se trata de profundizar lo que se hace con más maestros, mejores vestuarios, novedosas coreografías, bienvenido el anuncio.
carlosomoncada@g
