|
NAMAKASIA
Gracias a un encuentro telefónico, ayer me enteré por José Ángel Partida de que era el Día de la Libertad de Prensa decretado por la ONU. Los muchos “días” que se asignan a esto o aquello, me confunden. Desde el sexenio del presidente Miguel Alemán se celebraba el Día del Periodista el 7 de junio, aunque algunos lo anunciaban como Día de la Libertad de Expresión para abarcar todos los medios de información.
Ayer mismo, además del Día de la Libertad de Prensa, se conmemoraba el Día de la Santa Cruz (por parte de los albañiles), el día del taléfono móvil (fue aniversario de su aparición en público) y el Día del Arcoiris. ¡Hágame usted el favor!
Yo aproveché la tribuna radiofónica de José Ángel para expresar que la Libertad de Prensa es la facultad, reconocida por la Constitución General en el artículo 7º, de publicar libremente opiniones por cualquier medio. Pero recomendé a los periodistas, especialmente a los jóvenes, que no se detengan en la lectura del artículo, que adviertan que hay limitaciones al ejercicio del derecho, enumeradas en el artículo 6º: el respeto a la vida privada, los derechos de terceros, la moral social, lo que provoque algún delito o perturbe el orden público.
Nunca como en la actualidad, habían disfrutado los periodistas tan grande libertad para publicar sus opiniones, incluidas las más calumniosas e insultantes, el ataque directo y grosero contra los funcionarios de todas las dimensiones, comenzando por el Presidente de la República. Las Redes Sociales, el vehículo más moderno y de mayor amplitud para hacer periodismo, se solazan en manejar los términos más sucios para referir hechos políticos. Carece de sentido exigir la desaparición de obstáculos al periodista pues muchos se han convertido, ellos mismos, en el obstáculo para que haya buen periodismo.
En este sentido, bienvenidas las celebraciones relacionadas con la prensa, siempre que sirvan de espacio de reflexión para corregir sus serios males.
¿Se valen todos los debates? Ojo: Trampa oculta
Como lo ha hecho en otras ocasiones, “El Imparcial” anuncia que organiza un debate con los seis aspirantes a gobernador, aunque no existe la certeza de que aceptarán participar todos.
La empresa se sirve de ese debate para fines publicitarios y para echárselas de influyente. Pero no hay autoridad, como en los debates que patrocina el Instituto Estatal Electoral, que garantice la igualdad de condiciones para los participantes, de manera que la empresa puede manipular las fotografías, el sonido, el tiempo de participación y otros factores, a favor del candidato de su gusto y en contra de quien, por razones ideológicas y económicas, no les conviene que conquiste el poder.
Opino que debe revisarse la estructura de los debates y dejar en claro, mediante las reformas legales pertinentes, que no podrán participar los candidatos en debates que celebren los particulares, solamente en aquellos organizados y supervisados por la correspondiente autoridad electoral.
Permitir lo contrario es como dar el visto bueno a una inversión en beneficio de uno y en perjuicio de los demás
carlosomoncada@gmail.com
