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NAMAKASIA
Estoy de acuerdo con el presidente AMLO de que los miembros de Instituto Nacional Electoral son altamente sospechosos de corrupción política y que los altos sueldos que se han auto asignado constituyen un insulto para el pueblo de México. Pero no estoy de acuerdo en que se le debe convertir en un apéndice del Poder Judicial.
El pillo de alto nivel que se vuelve adicto a la corrupción para no dejar de incrementar más y más su riqueza, en complicidad con los detentadores del poder público, económico o partidista, seguirá ejerciendo el pillaje donde lo pongan. Sin contar con que los miembros del Poder Judicial no son unos angelitos. ¿No ha propuesto el mismo Presidente una reforma para impedir la corrupción de muchos jueces?
Por otra parte, no se ve bien que el titular del Poder Ejecutivo abuse de su facultad para promover iniciativas con el objeto de quitarle fuerza a los funcionarios que, como los del INE, desangran el presupuesto. Es más conveniente que provengan las iniciativas de asociaciones civiles, fuentes universitarias, gobiernos de las entidades federativas, etcétera.
Es innegable que la eliminación de dos candidatos a gobernador de MORENA que tenían prácticamente asegurado el triunfo, son la evidencia de que el INE actúa contra ese partido. En el caso del guerrerense Salgado Macedonio, se objeta que el INE impuso una sanción excesiva porque la cantidad de gastos no comprobada era muy baja. El caso es que la existencia de la falta no se niega. Por tanto, a los responsables de informes y cuentas de MORENA debe exigírseles que no dejen ni una rendija por la que se puedan colar los enemigos, como lo hizo Lorenzo Córdova.
Los conceptos aquí expuestos son aplicables a los restantes órganos autónomos. Que no se les combata sólo con reformas legales porque con ese camino nunca terminarán con la corrupción.
¡Salud, trabajadores!
Como en los tiempos de la niñez, cuando uno salía de casa para ver el desfile de trabajadores, que era más bien un tropel de huaraches y zapatos de suelas y tacón gastados y un mar de sombreros, saludo en este día a los trabajadores de Sonora.
Los contingentes acudían de todos los rumbos de la ciudad –mis recuerdos vienen de Cajeme—a una plaza o al mercado donde se celebraría el mitin conmemorativo. Se instalaban grandes mantas en las que se leían leyendas sencillas pero harto elocuentes: NO SE PUEDE CON LA CARESTÍA. ABUSO CON EL PRECIO DE LAS
TORTILLAS. RESPETO A LA LEY: REPARTO DE UTILIDADES, y otros muchos de parecido contenido.
Los gritos de los oradores generaban ecos del discurso a través de bocinas anticuadas. Circulaban las aguas frescas y los tacos que salían misteriosamente, sin agotarse, de unos cuantos morrales.
Al final, los que habían aplaudido entusiasmados los ataques de los oradores, se alejaban platicando con el compañero, satisfechos, como si les hubieran inyectado la convicción de que por sí solo el discurso haría el milagro esperado en los hogares. Ni se fijaban en que al llegar a casa, seguía imperando la escasez de alimentos, la falta de ropa buena para los buququis y la necesidad de completar para el pago de la renta ya vencida.
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