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Cajeme: Rodrigo vs. Abel

Carlos MONCADA OCHOA
Jueves 15 de Abril de 2021
 

NAMAKASIA

Nada para preocuparse: este proceso electoral no es de los más difíciles que hemos tenido.

El proceso electoral que está en marcha no es para quitarle el sueño a uno, señoras y señores. Yo diría que es normalón (invento esta palabra para decir que es más o menos normal).

Ha habido a lo largo de la historia política de Sonora procesos electorales de veras difíciles y de veras sucios. Para no remontarme a fechas en que muchos de ustedes no habían nacido o cursaban la primaria, ignorantes de que a la vuelta de la esquina acechaba una bruja: la política, mencionaré casos no lejanos.

La lucha del gobernador Luis Encinas y la del gobernador Faustino Félix Serna contra las consignas, por ejemplo, duras y tensas pero superadas con dignidad. La campaña de Carlos Armando Biébrich (1973) fue un día de campo, quién se iba a imaginar que el éxito sería tan breve. El proceso electoral del doctor Samuel Ocaña (1979) tampoco fue problemático, al contrario, se agradeció al presidente López Portillo que no impusiera a ninguno de sus cuates de cotorreo (el “general” Durazo y el búfalo Salomón Faz)

El proceso electoral más sucio fue el de 1985 que le permitió a Miguel de Lamadrid regalarle la gubernatura a Rodolfo Félix Valdés y dejar en la estacada al “Pelón” Adalberto Rosas. Manlio Fabio Beltrones cortó oreja y rabo en 1991 y dio la vuelta al ruedo. Seis años más tarde, Armando López Nogales llegó al cargo amparado por la sombra de Donaldo Colosio. Y en 2003, no fue tanto lo que Eduardo Bours tuvo que batallar en las urnas co la lucha interna para anular el empeño de López Nogales por dejar heredero.

En el proceso electoral de 2009, el “vaquero” Alfonso Elías Serrano encontró dos obstáculos: la intromisión de Vicente Fox a favor de Padrés y la traición de Ernesto Gándara al PRI y al gobernador Bours pues no alcanzó la candidatura y no cumplió su compromiso de apoyar a quien había triunfado. En 2015 fue arrollado por Claudia Pavlovich en su segundo intento, y actualmente, en 2021, traiciona de nueva cuenta a su partido y de la peor manera pues está aliado con lo peor de la derecha conservadora.

 

Cajeme ¡qué caso!

Y también, como en todos los procesos electorales, se registran casos singulares por la presencia de factores no resueltos a tiempo. Me parece que se encuentra, entre los más interesantes, del de Cajeme, donde pretenden la presidencia municipal dos candidatos que en circunstancias normales podrían haber ganado, cada uno por su cuenta, pero que ahora se neutralizarán mutuamente.

Uno es el abogado Abel Murrieta, abanderado del Movimiento Cívico, partido de su jefe político Ricardo Bours, y otro, Rodrigo Bours, candidato independiente hermano de Ricardo. Abel y Rodrigo comparten amistades y tendrán que compartir votos, es decir, cosecharán menos que el número que podría levantar cada uno por su lado sin la competencia del otro.

Y, aunque permanezco lejos del escenario político cajemense, dudo de que esta situación favorezca el triunfo del candidato morenista Javier Lamarque, ex alcalde que hizo hace más de veinte años un buen papel, bueno a secas, pero no ha dado signos de haberse convertido, a juzgar por su historial posterior, en gran político. Una dama será quien levante los frutos.

carlosomoncada@gmail.com

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