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NAMAKASIA
Me adhiero sin reservas a dos usuarios de Face Book, un hombre y una mujer, y a otros que los secundaron de inmediato, que ridiculizaron el “debate” simplón sobre cuál de los tres candidatos es más sonorense, o visto desde otro ángulo, cuál de los tres es más guacho.
Qué decepcionante es descubrir que entramos a la tercera década del Siglo XXI y quedan nacos que calculan la valía de una persona por el tiempo que ha vivido atado a la rutina del pueblo que le ha visto nacer, temeroso de salir de su tierra a estudiar, a prepararse, a trabajar, a competir, a conocer otras culturas para volver a la tierra natal armado de experiencias útiles para sus coterráneos.
Ni siquiera es reprochable que se ausente, si ello le viene en gana, simplemente a hacer turismo.
El artículo 70 de la Constitución de Sonora, durante muchos años exigió, como requisito para ser gobernador, además de ser sonorense, haber establecido aquí su residencia al menos seis meses antes de la elección. Por no haber acatado esa norma, en 1961 no pudo ser candidato Fausto Acosta Romo, lo que aprovechó en su favor Luis Encinas.
Hoy en día no existe esa limitante, ya que puede aspirar al cargo, dice el mismo precepto, un político no nacido en Sonora siempre que compruebe una residencia efectiva mínima de cinco años antes de los comicios.
Polemizar al respecto es una tontería, y más cuando hay problemas fundamentales como la reactivación de la economía, la recuperación de empleos, la reanudación de los cursos escolares presenciales, la solución de la falta de agua en municipios sedientos, la seguridad y otros, sobre los cuales sería saludable que se pronunciaran los tres candidatos. No uno sólo, como ha sucedido hasta ahora.
Murió una dama
Cuando arribó a Sonora, en 1991, acompañando a su esposo, el candidato a gobernador Manlio Fabio Beltrones, era una mujer joven de sonrisa dulce, tal vez un poco tímida.
Rossy Oviedo y otras periodistas se sintieron frustradas porque le solicitaron una entrevista para conocer sus impresiones de la recién iniciada campaña, y ella, sin dar una negativa rotunda, respondió con sencillez: “Hablar de política le corresponde a Manlio”.
Pedir una entrevista y no obtenerla no es grato para un periodista, pero a mí me encantó la sencillez de la respuesta que era, más bien, el rechazo a las frases acartonadas, a los conocidos clisés. Fue congruente con esa actitud siempre, pues sin dejar de atender sus deberes de esposa y madre, aquel sexenio renunció con discreción al protagonismo.
Descanse en paz Sylvia de Beltrones.
carlosomoncada@gmail.com
