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A un año de la primera muerte oficial por covid-19 en México

Raúl Héctor Campa García
Viernes 26 de Marzo de 2021
 

¿Cómo vamos en la prevención?

Carpe diem quam minimum credula postero (Disfruta del día sin preocuparte lo más mínimo del mañana). Quinto Horacio Flaco (poeta romano. 65 a.C.- 8 a.C.)

A casi un mes después de que se reportó oficialmente el primer caso de COVID19 (27 de febrero 2020), en México, el 18 de marzo de ese mismo año, se documentó el primer fallecimiento por causa de la pandemia. Las autoridades gubernamentales y de salud, todavía no visualizaban la gran catástrofe sanitaria que se veía venir, y que actualmente está padeciendo gran parte del mundo y que llegaría a nuestro País y que no se ha controlado. La bestia no está domada. 

En términos coloquiales, a pesar de los disensos partidistas y de la misma población, las autoridades de la Nación Mexicana se vieron muy tibios, con una “aparente” tranquilidad (al inicio de la misma); como si la salud se decidiera en un volado. El Subsecretario se la jugó, ante el dicho pueblerino escuchado por muchos médicos que les (nos) tocó realizar el Servicio Social en una agreste serranía. En lo personal, en la Sierra de Chihuahua: “Que atinado es el dotor”. 

Al susodicho subsecretario “le salió el chirrión por el palito”. Falló en su pronóstico, a pesar de las continuas porras – mutuas- entre este y el Presidente.    

Carpe diem. No se preocuparon por el mañana… en esos días de inicio de la pandemia en México.

Ambos se contagiaron y el dicho les cayó “como anillo al dedo”; o ¿el dicho al revés? 

A trece meses de la pandemia en territorio nacional, las oleadas de enfermos se han estado presentando 15 días después del “goce” de los días festivos, por lo que los datos oficiales “en base a modelos o análisis matemáticos predictivos” (pronósticos epidemiológicos con más “cache”); como a “los saurinos de rancho”, no se cumplieron. Los casos de contagios y mortandad, se han triplicaron a los esperado por el adivino gubernamental. 

Desde del primer fallecimiento, los casos han aumentado exponencialmente, ocupando México uno de los tres primeros lugares en fallecimientos y el primero en mortalidad de los trabajadores de la salud.

Según datos de la Universidad Johns Hopkins, México es el país con mayor tasa de mortalidad por COVID-19. De cada 100 personas que se infectan, un poco más de 8.6 fallecen (al 8 de marzo 2021). A menos que el gobierno tenga otros datos.

Los datos publicados por la Universidad Johns Hopkins: Hasta el 21 de marzo del 2021 (a mediodía), México tiene 2,193,639 casos confirmados oficialmente (sin aplicar “el modelo matemático); de estos casos han fallecido 197, 827 personas.

En cuanto al programa de vacunación en el país, si una tercera ola casos se presenta, posterior a los días de semana Santa y que, si NO nos cuidamos, aún los pocos vacunados (menos del 4% de la población), que Dios nos agarre confesados. Las vacunas autorizadas están llegando, pero el proceso de vacunación es lento, a pesar de la voluntad de las autoridades. Pero también la infodemia desinformativa, no quita el dedo del renglón y siguen apareciendo por los medios digitales, teorías conspiración y sospechosismo de bioterrorismo, especialmente por los grupos (dañinos) anti vacunas que no cejan en su empeño de crear confusión entre la población mundial.

Hemos comentado y se puede constatar por medios de fuentes científicas oficiales, tanto nacionales con internacionales, que una de las mejores formas de contender las pandemias por enfermedades infectocontagiosas, son a través de la vacunación masiva; lograr coberturas de más del 80% de la población susceptible a estas enfermedades.

Las personas nacidas en los años 40, 50 y 60 en adelante, gracias a las vacunas, muchos hubiésemos muertos, por sarampión, tosferina, neumonías causadas por diferentes agentes infecto contagiosos, por tuberculosis miliar o meníngea (dos de las formas graves de la tuberculosis en los niños), o existieran muchos casos de secuelas por poliomielitis, etcétera.

Por supuesto que existen mínimos riesgos, en algunas personas alérgicas a los componentes de las mismas; al igual que a ciertos medicamentos, hasta los más “inocuos”.  

Si bien es cierto, en cuanto a las vacunas contra la enfermedad COVID-19, cuando menos las autorizadas, han demostrado obtener algunas más del 90% de efectividad real, al igual que las vacunas para otras enfermedades con que se cuenta en el mundo.

Desgraciadamente, en los países en vías de desarrollo (que tenemos años “en esta vía” y ¿todavía no nos hemos desarrollado, ni social ni económicamente? Y mucho menos políticamente), al no estar produciendo estas vacunas, para lograr más rápido sus coberturas de aplicación tienen riesgo de presentarse más muertes. La solicitud de compras o de “prestamos”, aunque algo se ha logrado, está supeditada a la demanda propia de los países que las producen. 

He allí el “quid del asunto”. ¿Lograran los países latinoamericanos y otros tercermundistas las coberturas esenciales de vacunación para la contención de esta pandemia?

Parece que el asunto también implica el “carpe diem” de la mayoría de los políticos, más absortos en las futuras elecciones, que en los problemas de salud… el tufo político podría provocar otra oleada de la pandemia. “…INGAO”.

 

raulhcampag@hotmail.com  @DrRHCampa1   

 

 

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