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NAMAKASIA
La interrupción de la energía eléctrica en una gran franja del norte del país, al suspender Texas el gas que vende a México para mantener funcionando el sistema fue un problema enorme, resuelto por los técnicos y los trabajadores de la Comisión Nacional de Electricidad. Eso fue, dicen nacionales y extranjeros, una hazaña.
A pesar de que la causa está clara, y confesado por los mismos texanos, que por las terribles bajas temperaturas optaron por atender la demanda de sus coterráneos gringos, los profesionales del odio aprovecharon el dramático incidente para no aflojar su campaña de descrédito contra el presidente López Obrador.
Para comenzar, hablan del apagón como si nunca se hubiera registrado uno igual o peor en el mundo. Es lógico que los nacos desconozcan lo que ha pasado lejos de sus existencias mediocres. El 12 y el 14 de julio de 1977 se quedó a oscuras una de las ciudades más pobladas y modernas del orbe, ¡nada menos que Nueva York! Los periodistas no queríamos creer que allá, en la más poderosa nación del planeta, ocurriera esto. Y las molestias causadas y los accidentes de vehículos no fue lo peor, sino los robos, los saqueos, los asaltos, los asesinatos cometidos por los bandoleros. Fue una tragedia generada por problemas técnicos.
Dos años después, otra enorme ciudad se quedó igualmente a oscuras. Nada menos que la Ciudad de México. Lo que sucedió entonces nadie me lo contó, lo sufrí en carne propia porque vivía entonces allá. Como no había energía eléctrica, no me enteré de que el apagón era general, y en la creencia de que sólo afectaba a mi colonia (la Alamos), como todas las mañanas subí al carro a mi hijo de siete años para llevarlo al colegio. Tremenda sorpresa: no funcionaba este semáforo, ni éste, ni éste, ¡ninguno! Y la distancia que tenía que recorrer era de unas 40 o 50 cuadras.
Pero a diferencia de lo que había sucedido en Nueva York, en México se portó la población con decencia y solidaridad. En muchos cruceros hubo mexicanos patriotas que se pusieron a dirigir el tránsito y caballerosidad en todos los automovilistas para ceder el paso. Yo dejé al niño, y sin problema serio llegué a mi trabajo. Al niño lo llevó a casa un camión del colegio y avisaron que se suspendían las clases mientras durara la emergencia.
En aquella ocasión, un huracán había cortado los cables que llevaban la energía del sureste a la capital. El abastecimiento de agua fue afectado pero el transporte público, Metro incluido, no se interrumpió. Los hermanos guachos no se portaron como nacos en la emergencia sino como mexicanos patriotas.
En la Mañanera de ayer, los técnicos de la Comisión Federal de Electricidad no sólo explicaron el origen del mega apagón, sino también el esfuerzo formidable que hicieron para restablecer la energía con increíble rapidez. De paso quedaron al desnudo las ambiciones de políticos que ya se largaron, y que instrumentaron el saqueo de miles de millones de dólares bajo el disfraz de la “reforma energética”.
El Presidente de la República advirtió que falta fortalecer el sistema y pidió que contribuyamos todos a bajar el consumo. Apagar en casa focos que no son indispensables será una colaboración muy pequeña, pero con miles o millones de ciudadanos que lo hagan, el ahorro será útil para protegernos. Los mexicanos que analizamos el problema con patriotismo exhortamos a los hermanos nacos a que hagan otro tanto.
(FELIZ DÍA DEL EJÉRCITO A JEFES, OFICIALES, CLASES Y TROPA DE TODO EL PAÍS. Atentamente, Carlos Moncada Ochoa, soldado del Servicio Militar Nacional, Clase 1933, Núm. 1701121).
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