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Usos y abusos de la autonomía universitaria

Eduardo Estrella Acedo
Domingo 06 de Septiembre de 2020
 

Los sindicatos universitarios en nuestro país se formaron en el sexenio de Luis Echeverría quien se comportaba como un dirigente de tendencias de avanzada izquierda sin meditar que sus acciones entrañaban confusión, por decirlo de una manera amable.  ¿De donde vinieron las ideas de la sindicalización universitaria dejándola en manos de políticos pseudo socializantes?  ¿De China comunista, de Rusia, de Cuba?.  ¿Cómo podría ser así si allá es imposible pensar en eso? 

En las universidades europeas existen procesos sindicalistas pero en el seno de esos organismos están agrupados voluntariamente hombres y mujeres del mayor prestigio académico y de ejemplar militancia izquierdista.

En los meses de Junio y Julio de 1977, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estaba emplazada a huelga por la revisión de un contrato colectivo que, de lograr su firma, sustituiría a la legislación universitaria convirtiendo a aquella Casa de Estudios en todo menos en un Centro de Educación superior.  Era Secretario del STEUNAM Nicolás Olivos Cuellar y Rector don Guillermo Soberon a quien debemos reconocerle todos sus méritos como uno de los  grandes  académicos mexicanos.

El periódico El Sol de México publicó en esos días unos estupendos artículos firmados por el doctor Joaquin Sánchez Macgregor, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras y de Ciencias Políticas y sociales de la UNAM.   Eran mis tiempos de Rector del ITSON y recorté los seis artículos que aparecieron en la prensa citada, mismos que fueron recopilados y publicados posteriormente por la Universidad Nacional en los cuadernos de cultura política universitaria en aquella magnífica colección llamada Deslindes, cuaderno 94.

Las ideas de Sanchez Macgregor calaron en muchos de los que lo leímos. Reproduzco algunos párrafos:

“Ocurre con algunos ideólogos, o aspirantes a serlo, lo que con los seis cieguitos de la parábola contada por Shaumian, el Chomsky soviético, en uno de sus trabajos linguísticos: Éranse una vez seis cieguitos y un elefante… al sentir uno de ellos la pierna del animal dijo: el elefante se parece a una columna; el segundo dijo, al tocar el rabo: el elefante es como una soga; mientras el tercero, al inclinarse contra un costado del paquidermo: el elefante es como un muro. Y los tres restantes, que estaban palpando las orejas, la trompa y los colmillos, defendían con igual celo su convicción de que el elefante se parecía a las velas de un bote, a una manguera y a una lanza, respectivamente.

“Cada quien habla de la Feria de la Vida según le va, al estilo de los ciegos en su intento para comprender lo que es el elefante; y dentro de esa Feria se localiza la Universidad, que multitud de ciegos en nuestros pobres países van tentaleando y sobando sin poderla definir ni dar con el enfoque adecuado, pues como es sabido no hay peor ciego… 

“Para el activista  -personaje revelador de los nuevos fenómenos en la sociedad de masas-  la universidad es todo, menos alguna de estas cosas:

- un Centro de enseñanza e investigación.

- un lugar de laboratorios y bibliotecas.

- un conjunto de magnas instalaciones deportivas.

- una abigarrada serie de eventos culturales.

“Valiéndose de los fueros de la autonomía  -que al no otorgarse en articulado alguno, los usurpan de hecho-  tratan de hacer y deshacer en la universidad sin parar mientes en lo que ésta es, real y efectivamente, o debiera ser.  …

En otros párrafos, Sánchez Macgregor escribió: 

“Aquel dignísimo Rector que fue Barros Sierra declaraba, en la madrugada del 19 de Septiembre de 1968, que la Universidad no merecía el uso que estaba recibiendo por parte de algunos universitarios y grupos ajenos a la institución.  Cuatro días más tarde, al renunciar en carta dirigida a la Junta de Gobierno, deploraba haberse tropezado en su tarea con la incomprensión y aun con el encono de algunos, tanto adentro como afuera… Uno tiene qué preguntarse: ¿porqué hay enemigos de la universidad y quiénes son?  A cualquier institución social, por el simple hecho de existir le salen enemigos al paso; algunos gratuitos, o solapados, o bien maquiavélicos, dándoselas de presuntos salvadores cuando, en rigor, utilizan a la universidad en beneficio propio.”  

Los enemigos de adentro y de afuera de la universidad la colocan en medio de un fuego cruzado. “Después de todo  -decía el doctor Sánchez  Macgregor-  la universidad, en sí no es buena ni mala; nosotros la hacemos una u otra cosa, o bien  la convertimos en un cúmulo de mediocridades”.

Nos preguntamos de nuevo: ¿quiénes son los enemigos de la universidad?  Tanto los de adentro como los de afuera obedecen a intereses personales o de grupo, sin pensar en que la tarea encomendada a la Institución no es otra que la de México mismo.  

Hemos sido testigos del deterioro de algunas universidades. En los  años setentas la Universidad autónoma de Sinaloa (UAS) era un triste espectáculo, controlada por fanáticos a quienes la gente calificaba como “enfermos” y que se autodecían izquierdistas.   De la Universidad de Puebla –decía Sánchez Macgregor en 1977-  “Me tocó, en la década pasada, el aniquilamiento de la Universidad Autónoma de Puebla que empezaba a desarrollar una Escuela de Física modelo en su género.  El pretexto fue la lucha de facciones; el móvil un botín, bastante exiguo en aquel entonces.  Al arruinarse así la UAP, nadie dudó en reemplazarla por un centro de adoctrinamiento que solo por equivocación continúa llamándose universidad”.  

La UNAM, entonces y recientemente, ha sufrido embates que la han paralizado. ¿Recuerdan hace poco al “Mosh”?

En nuestro ITSON, toda proporción guardada, hubo necesidad de expulsar en los años setentas también, a varios “revolucionarios” que estaban incrustados como estudiantes, tema del que ya hemos platicado antes. 

En la última elección de Rector en la UNISON, uno de sus sindicatos, el de trabajadores académicos  (STAUS)  estaba pidiendo la revisión de su Ley Orgánica reclamando que la designación de Rector debe ser hecha únicamente por los universitarios rechazando la actual reglamentación.  Vuelven las ideas que se manejaron en 1917 cuando  profesores y estudiantes de la UNAM llevaron a la Cámara de diputados un Memorial pidiendo la autonomía, firmando esa petición, entre otros, Antonio Caso, Alfonso Pruneda, Manuel Gómez Morín, Antonio Castro Leal, Vicente Lombardo Toledano.  Aquel proyecto fue rechazado por mayoría de votos porque los nuevos diputados temían que así se crearía un “Estado dentro del Estado”, un poder autónomo dentro del poder global.    En el rechazo se razonó que la autonomía no puede llevarse al extremo de aislar a la Universidad del contexto social. Al contrario, esa liga debe ser constante y permitir que no solo los estudiantes y los profesores manejen el gobierno universitario.  La sociedad está altamente interesada en la marcha de la Institución y no puede ni debe ser ajena. 

La Junta de Gobierno, órgano creado por la actual ley orgánica de la UNISON, es la que elige al Rector escuchando por supuesto y en primer lugar a los que forman directamente a la Universidad, pero también escuchando a la Comunidad en la que está inserta la Universidad.  Y si la UNISON es de todos los sonorenses, deberá auscultarse también a sectores de otras Ciudades y no solo a los de Hermosillo, como ha sucedido hasta ahora.  

La Universidad, bien lo dice Sánchez Macgregor, está en medio de un fuego cruzado: estudiantes, profesores, trabajadores no académicos, sindicatos, partidos políticos , etc.    Hay muchos enemigos de la Universidad entre los que también están los que impiden la libre manifestación de las ideas en un afán de tener y conservar el poder, poder que significa mandar y que se les obedezca ciegamente en una comunidad que por definición debe ser libre.

¿Han cambiado las cosas?   

 

Lic. Eduardo Estrella Acedo  1er Rector del ITSON


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