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Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. George Santayana (Filósofo Español. Madrid, 1863- Roma,1952)
En los dos años de estancia ininterrumpidos, en la contrastante y maravillosa Cd. de México (2016-2017), tuve la oportunidad de asistir a varios eventos académicos, culturales y socio-políticos. A los primeros iba –de colado- al Instituto Nacional de la Nutrición y de Ciencias Médicas, y al Instituto Nacional de Pediatría. A los sociopolíticos y también culturales, acudí en algunas ocasiones al Colegio de México, a la UNAM, entre otros de corte político.
Me trasladaba a estos eventos, metro o taxis (ruletero o Uber). Tengo la costumbre de entablar plática con los choferes de taxis (como medio de generar mutua confianza). En una ocasión me tocó un conductor que resultó muy charlador, aficionado a la música. Iba escuchando boleros en un CD de una cantante que yo no conocía. Buena voz – le dije. Es una cantante cubana ya fallecida – me explicó - me dio el nombre de la cantante, lo anoté en un trozo de papel, pero se me extravió.
Me preguntó ¿No ha escuchado en este mes de la patria, Radio Universidad? No, le contesté y a la vez interrogándolo ¿Por qué? Es que hay un locutor – me comenta- que trató el tema del fervor Patrio que invade a los mexicanos en estos días. Ya lo ve usted -me explicaba -. cuantos “coches” con la banderita nacional, en las escuelas, en Instituciones de todo el País; aquí, en Palacio Nacional y alrededor del Zócalo preparándose para el grito conmemorativo del inicio de la gesta de Independencia de México, entre comillas…”la maanga pues, ni maiz” (sin acento) - me dijo riéndose, en su tono chilango, continuando con la histórica charla:
Nos independizamos de los gachupines, pero el territorio nacional se lo disputaban entre los franchutes y los gringos, apoyados los dos bandos, por grupos de mexicanos. Unos, apoyaban a que nos gobernara un imperio europeo y otros en alianza con los gringos por debajo “de cuerdas”. Al final los ganones fueron los gringos, hasta se apoderaron de la mitad de nuestro territorio; “vendido” una parte por el “serenísimo” Antonio López de Santa Anna, se agandallarón esa parte por estar en “total abandono”, lejos del desgobierno mexicano y tan cerca de los migrantes, colonos de EE.UU.
De hecho, siguen igual de gandallas hasta la fecha. Desde la expropiación petrolera, de Lázaro Cárdenas hasta la fecha, ahora nos lo compran y nos los venden más caro convertido en gasolina. Pero eso no es todo, para donde usted volteé vera centros comerciales con tiendas gabachas, donde cada vez nos enajenan con sus productos, aquí y allá ¿Pos cuantas gentes que tienen harta morralla” se van “de chopin pa gabacholandia”, a poco No? No, pos sí – le digo.
A propósito del eternamente polémico, López de Santa Anna, aquel que se sentó en la silla Presidencial 11 veces y se autonombró Su Alteza Serenísima – seguía con la historia- ¿Sabía Usted que fue el que convocó a poetas y músicos a un concurso para la composición del Himno Nacional? (1853). Siendo ganadores el poeta Francisco González Bocanegra y el músico español Jaime Nunó, que sólo vivió dos años en México. Que por cierto nunca les pagó (Santa Anna) el monto del premio. Para acabarla de joder, los derechos de autor los tienen unos familiares de Jaime Nunó que viven en Estados Unidos, donde lo registraron y hay que pagarle regalías cada vez que el Himno Nacional se canta en el extranjero.
Lo interesante es que el locutor de Radio UNAM, informó en un programa, que parte de la letra (en algunas estrofas) fueron plagiadas y coincidentemente también parte de las partituras de la música y aunque el Himno estaba muy ad hoc a la época, por tantas guerras fratricidas y por los “masiosare”, enemigos externos (invasores), pero también los “masiosare internos”; entre los mismos mexicanos. Porque cuando cantan el Himno Nacional cada facción política, se incita a la lucha de unos contra otros, ¿entiende? -Me dijo-. Si lo entiendo bien -le contesto- y en son de broma le agrego: “como dicen en mi pueblo, el que es tontejo como quiera entiende” ¡Ve que si le entendí! Y suelta una sonora carcajada. Le dejo de tarea – remató- para que investigue. OK le digo.
Cerca de mi destino y para continuar la plática, invité al chofer a comer, NO a un McDonald´s, sino a un restaurante en Xochimilco, a comer tacos y quesadillas de mariscos estilo Sinaloa; al restaurante “Culichi Fish”. Muy buenos, por cierto, y con dos o tres cervecitas biiien heladas, mejor.
Ya en la mesa, retomando el tema del Himno Nacional – le comento al taxista: Será por eso que don Benito Juárez, aquel que si no hubiera muerto “todavía gobernará”, vetó a que se cantara el Himno en sus 13 años de mandato y posteriormente. Fue don Porfirio Díaz, al cumplirse 100 años de la gesta de Independencia que lo puso de moda 15 de septiembre de 1910 ¿alborotó al masiosare interno de la deslealtad, de la tracción a México? Pero también avivó la noble causa del Partido Anti reeleccionista encabezada por Madero, que tampoco estuvo exento en sus filas, de traiciones; deslealtades no solo a su persona, sino al movimiento en sí. Y de nuevo los mexicanos, volvimos a darnos en la “mare”, hasta la actualidad.
Aunque el Himno en sí, despierta la emotividad del patriotismo que enchina la piel; algunos deseáramos que la letra fuera menos agresiva, o cambiarlo con otra composición de algunos excelsos músicos mexicanos como: José Pablo Moncayo y su “Huapango de Moncayo”; Carlos Chávez, con su Sinfonía India (que tiene percusiones de instrumentos de la tribu Yaqui); Silvestre Revueltas, con sus poemas sinfónicos Sensemayá – semejante al poema del cubano, Nicolás Guillen- y La Noche de los mayas; José Fernández Espinosa, con su composición: México en la Piel; o la Canción Mixteca de José López Alavez. Crear un Himno que despierte la unidad e igualdad de oportunidades para todos los mexicanos, y no la agresividad del fantasma (“real”) del “más si osare el extraño enemigo” (“que llevamos dentro”), para darle en la madre al prójimo. Algunos querrán como Himno La Internacional, entonces acabará la libertad y el libre albedrio de las personas.
¡Ahh cabrón! – exclamo el taxista- prefiero mí cochecito “mío de mi” … Se comió sus tacos, se despidió para seguir chambeando. Le agradecimos su compañía, para nunca más encontrarnos en “este hormiguero -como decía el cantautor Chava Flores- que tiene tanto “animalito”.
Serenense, diría AMLO ¿Será el dicho, intento de plagió de aquella autonombrada alteza serenísima de antaño? Pero él no “entona” el Himno Mexicano y a veces saluda el lábaro patrio o no. A menos que por eso sea y no otra cosa -diría un querido compadre.
“Viva México C… con hermandad”
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