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A pesar de las masas contenidas y la soledad reinante en el coliseo natural de las democracias, la ceremonia del Grito fue acompañado de una sensibilidad nunca lograda en anteriores celebraciones.
El Himno Nacional a través de millones de gargantas apagadas, vibraba emotivo a través de las benditas redes y los medios visuales de información. Sin besamanos oficial, sin corte imperial de halagos y lisonjas, aparece nuestra enseña patria digna del homenaje asignado, entre seis escoltas que representan el futuro de México.
Serio, digno de su representación aparece a cuadro, por los pasillos donde emperadores, dictadores, revolucionarios y presidentes espurios caminaron indiferentes al sentir democrático, la figura imponente de un verdadero representante de la voluntad popular: el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos: La dignidad no requiere nombre, la institución representa no a 30 millones sino a la totalidad de sus compatriotas.
A cada paso, recuerda los rostros oprimidos, la miseria humana, la explotación, el llanto y el dolor cosechado en el quijotesco andar a través de senderos, caminos y pueblos. A cada paso muestra la satisfacción de no haber cejado en su empeño, en su lucha por una humilde esperanza de un futuro mejor para sus conciudadanos. ¡No les voy a fallar! Es el ritmo o canon que marca sus pasos, no hay otro mandato, “El pueblo manda” por primera vez en la historia moderna.
Su esposa. no es una comparsa mediática decorativa por primera vez, a un lado de un gran hombre se encuentra, discreta, una gran mujer, alguien que no ambiciona, sin merecerlo, ningún puesto de elección popular.
La escolta presenta la enseña Patria en el protocolo entre instituciones, la toma en sus manos y lentamente, a paso firme asoma al balcón. Algún aprendiz de periodista dirá que el presidente está solo, no, en sus manos está la republica llena de problemas, pero también de esperanzas, gente que añora lo pasado, pero también millones que esperanzan el futuro, No, no está solo, cada micra de smog que pulula el zócalo es digno representante de la ausencia humana, perdonando la analogía. La bandera ondea en el balcón por primera vez, sin vergüenza, digna, altiva en sus colores republicanos, como diosa de la democracia que viene, convocada por los sentimientos de la nación.
“Mexicanas y mexicanos, Viva la independencia, viva Miguel Hidalgo y Costilla, viva José María Morelos y Pavón, viva Josefa Ortiz de Domínguez, Viva Ignacio Allende, viva Leona Vicario, Viva el Heroico pueblo de México, viva las comunidades indígenas de México, viva la grandeza cultural de México, Viva La libertad, Viva La justicia, viva la democracia, viva la Igualdad, viva nuestra soberanía, viva la Fraternidad Universal, Viva el amor al prójimo, Viva la esperanza en el porvenir, y después los tres viva México con apoteósico sentir republicano.
Luego, entonaríamos todos los patriotas (así me sentí) el glorioso Himno Nacional Mexicano y al hacerlo, me di cuenta de que el patriotismo no tiene nada que ver con guerras, sino con amor por la tierra que nos vio nacer y que seguramente no verá morir. El himno nacional les parece a muchos obsoleto, pero el nacionalismo es más que un himno, es una tradición que nos une a la patria cuando estamos lejos, que nos une en las desgracias de la naturaleza, que nos une cuando hay pobreza, injusticia cuando medran con él poder, es una oración cantada para que la esperanza se vuelva realidad y no pierda su valor o vigencia, que, si habla de epopeyas bélicas ficticias o verdaderas, eso es secundario, a nadie hace daño amar a la patria, motivado por un himno, una bandera o un juramento.
¡La patria es primero!
Hoy por primera vez, me sentí dignamente representado, la institución por la que lucharon Morelos, Juárez, Cárdenas y otros está a salvo.
Hoy por primera vez me sentí patriota, me balance en los vaivenes de nuestra enseña al compás de los vivas y me enorgullecí al escuchar a distancias, el viva la libertad, la igualdad y la fraternidad universal, en ese orden.
La ceremonia del Grito bien mereció una lágrima.
Es Cuanto.
