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“Desde que conozco a los hombres – políticos- quiero a mi perro más”.
Frase (sin políticos) que se disputan la autoría, entre el poeta inglés Lord Byron y el filósofo griego Diógenes.
Si bien es cierto, la popularidad del Presidente actual ha descendido, pero existe un gran porcentaje por arriba del 50% que lo aprueba, que no va al parejo de su “partido, suyo de él”- dirían algún “ex Defeño” de la ciudad de México (pos de donde más)-. Pues es mucho menos que la del mismo presidente. La aceptación de MoReNa como Partido, es un poco más que la de otros partidos. De estos, el PAN es el que le sigue en segundo lugar.
Para las elecciones del 2021, MoReNa y sus candidatos (variopintos), no contarán en las boletas de votación con la “estampita” de AMLO y tal vez se sentirán huérfanos del tutor que les dio el triunfo en las elecciones del 2018, donde muchos se sintieron como la tortuga que subió al poste, y no supieron cómo es que treparon allí – sin agra a muchos presidentes municipales, diputados, senadores y gobernadores de todo el País.
Como tanto se ha comentado, el gran descontento de la ciudadanía – votante o no- llegó hasta el hartazgo, que contribuyó al triunfo de AMLO y sus arrimados, aun teniendo en sus filas de MoReNa, a ciertos personajes “non Sanctus” de otros Partidos, principalmente del PRI y del PRD (este último quedó en franca “depresión nostálgica de su ideología vulnerada” que se le complicó, y agoniza, que ni con terapia intensiva se recuperará. Claro, el movimiento multicromático (MoReNa), también se nutrió de otros “decepcionados” (trásfugas) de sus Partidos, por diferentes motivos: algunos del PAN y de otros que, siempre han sido rémoras que se venden al mejor postor.
La retórica repetitiva del entonces candidato AMLO, basada en el combate a la corrupción, que fue el eje principal de su campaña, generó una esperanzadora expectativa, que, a dos años de su triunfo solo ha tenido tenues atisbos, que ni a los corruptos que están a su alrededor a combatido, ni si quiera, con el “detente corrupto maldito”.
Para las elecciones de 2021, algunos miembros de los partidos opositores, parece que andan como papalotes sin cola, con el dilema de las alianzas o coaliciones, para impedir que se constituya un congreso totalitarista, tal como ocurría en los tiempos del hegemonismo del PRI, ahora mimetizado en MoReNa (casi el 80% salieron del PRI, desde la fundación del PRD, hasta la fundación de MoReNa).
¿Beneficiará o perjudicará estas coaliciones de oposición? Algunos le apuestan a que, hasta el momento, sin tomar en cuenta la pandemia (aunque diga el Presidente, que le vino como dedo en el anillo…perdón – pensé en voz alta- como anillo al dedo), a que las acciones de gobierno no han sido las adecuadas para el crecimiento del bienestar económico y social, del País – hasta esta fecha-, y que al coaligarse los partidos podrían detener a este gobierno, a que nos lleve a un caduco totalitarismo, con tintes fascistoide que ya lo sufrimos con el PRI. Pero que, a pesar de todo, obligado por la ciudadanía, fue cuando se crearon sólidas Instituciones en el País (Gracias a la ciudadanía participativa). Que no hay que destruirlas, pero si mejorarlas, fiscalizarlas para erradicar de ellas actos de corrupción que han padecido, en contubernio con sindicatos.
También se debe al PRI, instituir la corrupción como una “cultura política enfermiza altamente contagiosa, que ha infectado a muchos de otros partidos”. Quizás a todo esto le apuestan, y a la lucha por el poder que se está dando dentro del MoReNa, cual Torre de Babel, que, desde hace más de un año, están enfrascados en una guerra intestina entre grupos internos, por el mando.
Las coaliciones que se hicieron en las elecciones del 2018, no funcionaron ¿la amnesia política persiste? Pero el hartazgo social, aun con este gobierno sigue vigente. Los índices de credibilidad en los Partidos, son de los niveles más bajos, seguidos por las corporaciones policiacas, el crecimiento del crimen organizado, inmiscuidos gobierno y políticos es cada vez más evidente, por eso no se ha atacado con firmeza, quedando sólo en promesa retórica del actual gobierno de combatirlo… pero aun “con caricias”, ni eso ha funcionado, ya que el “delincuente es infiel”, a pesar de los arrumacos.
La sociedad civil, hoy más que nunca, está intentando organizarse. El rechazo a un “nuevo régimen” de gobierno, con tintes comunistas, es mayoritario. La alianza debería de hacerse con las distintas agrupaciones empresariales, de trabajadores, con sociedades de profesionistas, algunas ONG, con universitarios, obreros, campesinos y con la parte del pueblo inconforme, con los que el Presidente no “los presume de sabios”. Estas alianzas, serían las que más convengan al País, que deberían buscar UN solo partido, pero con un liderazgo emanado de la ciudadanía o un personaje político, pero “no chamuscado” y que tal vez, ya no tenga nexos, con el Priismo ramplón y rastrero.
Es incierto el panorama del rumbo que, para esa fecha electoral, tomará la Pandemia en México. Tal vez para entonces la inmunidad de rebaño se instale hablando epidemiológicamente, para que se contenga la enfermedad y se salga a votar con conciencia. De seguir la pandemia, salir a votar, por miedo al contagio se puede tornar difícil.
Por otro lado ¿cómo evitar los otros rebaños? – hablando en términos políticos – de la indignante borregada, arreada a votar por tal o cual candidato o partido. Recordar que, de 60 millones, de un padrón de 90 millones electores, no votó por el actual gobierno. Siendo un poco menos de 30 % de ese padrón que se abstuvo de votar.
En el País se necesitan más ciudadanía comprometida y menos gobierno.
Aguas, puede haber riesgo de otra desbandada en la oposición y ser captada por los mismos gandallas (MC o MoReNa): “Las coaliciones políticas, una vez logrado el fin de la misma, puede ocasionar colisiones”. Evitemos el choque de camioncitos, para no decir de trenes.
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