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Las pestes en la antigüedad

Álvaro Cepeda Neri
Sábado 20 de Junio de 2020
 

Ex Libris

I.- En algunos capítulos de la Guerra del Peloponeso, donde está la historia de Atenas y sus aliados contra Esparta y los suyos, es decir, la democracia contra la autocracia, T

ucídides nos dice que el enemigo de los atenienses fue la peste que diezmó a sus combatientes; siendo así víctimas más fáciles de los espartanos en aquel enfrentamiento donde hubo una “guerra” interna y una guerra externa, saliendo vencidos los de la “escuela de la Hélade”: los griegos-helenos.

Una guerra donde la peste colaboró con Esparta y la Liga Peloponesa, integrantes de un sistema político autocrático-militarista que tras más de nueve años de lucha se impusieron a la naciente democracia de los atenienses; que de Solón a Pericles, tuvo grandes limitaciones y la existencia de la esclavitud. Pero, la peste que arrasaba a la población y a los soldados, fue un factor casi determinante en esa confrontación, como se desprende de la lectura del segundo historiador griego, tras Heródoto, el ateniense Tucídides a quien la “insigne helenista francesa Jacqueline de Romilly, en el prefacio de su libro: ¿Por qué Grecia?, justificaba su dedicación a Tucídides desde temprana edad por el embeleso y desconcierto motivados por el impacto de aquellas frases de veinticinco siglos que te explican con absoluta claridad acontecimientos de su tiempo”.

II.- En el primer libro de Tucídides está el capítulo: La peste en Atenas; descripción, proceso y efectos de la enfermedad, que apareció por primera vez, según se dice, “en Etiopía, la región situada más allá de Egipto y luego descendió hacia Egipto y Libia... En la ciudad de Atenas se presentó de repente... yo mismo (dice Tucídides), padecí la enfermedad... que se iniciaba con una intensa sensación de calor en la cabeza y con un enrojecimiento e inflamación de los ojos; por dentro, la faringe y la lengua quedaban enseguida inyectadas, y la respiración se volvía irregular y despedía un aliento fétido... Después sobrevenían estornudos y ronquera, y en poco tiempo el mal bajaba al pecho, acompañado de una tos violenta; y cuando se fijaba en el estómago, lo revolvía y venían vómitos con todas las secreciones de bilis... se sentía un enorme calor”. Así se describen varias páginas sobre esa peste, cuyos síntomas y desenlaces semejan a la pandemia de nuestros días, más de dos mil 500 años después.

III.- Otras pestes me las hizo tomar en cuenta Cornelio M. Castelo. En el libro: Éxodo del Antiguo Testamento, las plagas aparecen previamente a la liberación de la esclavitud del pueblo de Israel de Egipto, bajo el liderazgo de Moisés. Fueron las diez plagas. En cambio, las Siete Plagas aparecen en el último libro de la Biblia, titulado: Apocalipsis. Esas pandemias son históricamente mencionadas en casi todas las iglesias y sus religiones, como precedentes de hechos que –con la interpretación de unos y otros– muestran las desgracias que han venido ocurriendo desde entonces, y cuyos fenómenos no dejan de surgir ocasionando enfermedades que arrasan a la Humanidad en todo el Mundo.

Parece que son pestes periódicas, cada una con diferentes interpretaciones y no hay manera de contenerlas, atacando con su contagio que se expande incontenible. Son experiencias dolorosas que marcan una época y dejan recuerdos por la pérdida de semejantes; y la desesperación por no poder hacer casi nada, con todo y que ahora tenemos medios (hospitales, etc.) y recursos humanos: enfermeras, médicos, medicinas, vacunas, etc. Así que hay que darse a la lectura de esos libros y analizarlos para explicarnos tales fenómenos. Y tal vez como hicieron los atenienses, encomendarnos a los dioses, a Dios, para sortear el drama.

Ficha bibliográfica

Tucídides. Guerra del Peloponeso. Gredos

Varios autores. La Santa Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento. Thomas Nelson, Publishers

 

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