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Domingo 28 de Abr de 2024
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El domador yaqui de la pandemia

Raúl Héctor Campa García
Viernes 19 de Junio de 2020
 

Por quién doblan las campanas

John Donne

Es un mal generalizado (endémico), que las autoridades en turno, siempre nos muestren cifras “optimistas”, aunque a la comunidad, nos cargue el payaso maloso (no el payaso Brozo, aclaro, que es “leperato”, perdón literato). Por ejemplo: los índices de pobreza, que publicó el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la I, es, ¿de Información?), hace tres o 4 años eran del 48% de la población mexicana; ya que considera NO pobres, en algunas variantes: según el nivel educativo y según el ingreso económico basado en el salario mínimo percibido, principalmente. 

Para ésta Institución y el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la política de Desarrollo Social), una persona que concluyera los estudios de secundaria o recibiera un apoyo del gobierno (únicamente), sin otro ingreso, no lo consideraba en pobreza. 

Sociólogos y economistas, entre ellos, la Dra. Araceli Damián González, Dr. Julio Bolstkvinik Jalinka (Economista y sociólogo) investigadores del centro de estudios demográficos y miembros del Colegio de México, tienen otros datos sobre estos índices. Para ellos la pobreza en el País está por arriba del 70% (Articulo: Disminución de la pobreza por decreto, publicado el 16 de octubre del 2016, cita fuentes. Infocajeme). Habrá que agregar a más10 millones de desempleados, que, por causa de la pandemia, los empresarios y gobiernos no previsores o desentendidos, posiblemente incrementaran los índices de pobreza en México. 

Lo mismo pasa con las estadísticas en salud, cifras manipuladas, maquilladas; quizás con la “buena intención” de la mentira “piadosa” (o electorera), de que todo va bien, para tranquilizar a la población, pero que puede ocasionar, un daño mayor a la realidad oculta. Si de algo adolecemos en México, aparte de otras cosas, es de tener estadísticas poco confiables. 

 

A nivel local, el día de ayer (17 junio 2020), sale la información del Presidente Municipal, de que la pandemia ha disminuido en Cajeme; se convierte en otro domador “verbal” (“oooh sosiégate, quieto, detente animal maldito”). Pero si analizamos la información oficial Estatal (sin agregar lo que no se dice, o multiplicando por 8 o 10 veces lo reportado, según el Dr. Hugo López Gatell), parece que tienen otros datos o stop secret. 

Ante lo dicho a nivel municipal y las cifras oficiales, los datos no tranquilizan. A nivel del Estado de Sonora, desde el 17 de marzo al 31 de mayo, se reportaron 2,386 casos confirmados de pacientes infectados por COVID19, con 193 defunciones. Hasta el día de ayer (17 de junio de 2020), lo reportado por la Secretaria de Salud del Estado, se tenían un total de 5,511 casos confirmados positivos a COVID19, con 486 fallecidos. 

De los confirmados, 1051 son de Cajeme, con 111 muertes en total (22.8% de muertos del total del Estado). Del 1 de junio a la fecha (17 días) se confirmaron 645 casos, de estos, han fallecido 63 personas en Cajeme (9.7%), con un promedio diario de casi 4 paciente muertos en este periodo. Solo los días 6 y 7 junio no se presentaron defunciones. El día 8 de junio ha sido el día que se detectaron más casos confirmados (73 casos). (Agradezco al Dr. Jorge Castro Acedo, que diariamente sube la información oficial, al Colegio de Pediatras de Cd. Obregón, que publica la Secretaria de Salud del Estado) 

No se puede hablar entonces que estemos ante una disminución de casos y menos cuando en una Institución de Salud de la localidad se está acondicionando otro piso (van 2 pisos, y urgencias), y construyendo una unidad para la atención a pacientes con COVID19. 

Desgraciadamente la pandemia sigue sin domarse. 

Mientras otro flagelo, que también preocupa a la ciudadanía, es la inseguridad, que en Cajeme ha rebasado a la pandemia por coronavirus. Sólo de marzo al 17 de junio de 2020, han muerto 186 personas en forma violenta. Difícil de prevenirla cuando no se tiene la voluntad. 

Aquella, la del COVID19, quizás pronto se “dome”, con tanto infectado tendremos en cierto tiempo muchos asintomáticos positivos, que presenten una inmunidad natural, por el posible efecto rebaño. Se entiende por inmunidad de rebaño (en epidemiología) o también conocida como inmunidad colectiva o de grupo, la que se da cuando un número suficiente de individuos están protegidos frente a una determinada infección y actúan como cortafuegos impidiendo que el agente alcance a los que no están protegidos. Se logra también, cuando se vacuna para ciertas enfermedades, a la gran mayoría de la población (ejemplo: poliomielitis, sarampión, etc.). Pero en el caso de la infección por coronavirus, al no disponer de vacunas, la esperanza es que con el tiempo llegue a haber tantos individuos que ya han superado la infección (de forma clínica o subclínica) que el virus no encuentre fácilmente personas susceptibles a las que infectar, por lo que se cortaría la transmisión. Mientras los vendedores de “esperanzas”, siguen haciendo su agosto y la gente les creé, y quizás los veremos, a estos chamanes modernos, inmortalizados en una estatua en alguna plaza pública. Otros haciendo compras de “pánico” de medicamentos “para prevenir el contagio”. 

Señor Presidente: “Por quién replican o doblan las campanas”, ¿con tanto funeral?

“Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra, si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y, por consiguiente, nunca preguntespor quién doblan las campanas; doblan por ti”. John Donne. 

 

raulhcampag@hotmail.com


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