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Jueves 2 de May de 2024
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Un contralor descontrolado

Aureliano Rincón
Jueves 30 de Abril de 2020
 

A propósito del 30 de abril, no conozco cómo fue la infancia del contralor José Guerra Beltrán y no me importa su vida privada, eso no se discute, pero si nos atenemos a sus últimos actos como funcionario público, entonces podría inferir que sus impulsos infantiles siguen latentes y a veces no puede controlarlos.

Porque eso de prestarse a iniciar un trámite de juicio político al regidor Rosendo Arrayales y a la diputada Ernestina Castro por el caso de la calle Quintana Roo, evidencia descontrol normativo y lo pintan como funcionario al servicio exclusivo del capitán del barco, cuando en otros casos simplemente “patea el bote” y simula trabajar con la (B)UR(L)A.

Ahí están las denuncias del regidor Rodrigo Bours contra los ex alcaldes Faustino Félix y Rogelio Díaz Brown, el caso de las celdas donde murió una persona y a Ascensión López Durán lo premian con otra secretaría y el derroche de recursos de Omar Serna en la Central Camionera.

También las denuncias de corrupción del alcalde Sergio Pablo Mariscal por la adquisición de unos terrenos y su esposa Margarita que se cuelga del presupuesto para promoverse y qué decir de José Carlos Galindo, secretario multicachuchas (Ya llegué vieja, ya me voy vieja), que invade funciones en las secretarias donde se maneja presupuesto para obra.

Pero el caso más omiso del contralor municipal es su inacción sobre el caso de los regidores faltistas, donde por cierto, el alcalde Mariscal nunca envió el dictamen al Congreso, como lo obligaba la Ley de Gobierno y Administración Municipal.

Ya si nos ponemos serios, como las declaraciones del contralor que impunemente señala a algunos regidores de recibir sobornos o desdeña a sus críticos porque lo atacan por ignorancia o perversidad, se avizora que el caso no tenga efectos más allá de lo mediático.

O cómo piensan lograr los votos suficientes, cuando en los mismos hechos participó la líder de la bancada de Morena, Ernestina Castro Valenzuela. Es similar al caso de la regidora Rocío Lauterio, que acusa a sabiendas que no procederá la presunta violencia de género. De ahí su mutis.

Estamos frente a un contralor descontrolado por un trienio. Tal pareciera que ahí encalló porque quiere que los regidores “se chupen el dedo” con sus informes trimestrales. Bueno, hay algunos, que sin el menor rubor, lo hacen hasta con fruición porque la dignidad nunca ha sido, ni será su destino.

PD: Agradezco el detalle de ponerme como denunciante, delator, soplón, chivato, malsín y un largo étcetera, por el simple hecho de hacer mi labor como reportero. Mi vanidad está más inflada que la de un influencer de las benditas redes sociales.

Es curioso, pero no logro entender este giro porque otras notas publicadas con hechos y denuncias de mayor peso, simplemente han pasado inadvertidas a la sagacidad del contralor Guerra Beltrán. 

Son públicas sus afirmaciones de que en los medios hay mucha “información chatarra” y por eso, “no pueden estar molestando a la gente nomás con periodicazos”, menos si se trata de juniors con apellidos de abolengo. 

Surge la duda a manera de hipotesis: ¿Acaso también se infectó de Rosendofobia o se cansó de su papel de Poncio Pilatos?

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