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Los agoreros del desastre y los apátridas que ven en este negro episodio de la nación la ocasión para alimentar la cizaña en contra del gobierno constituido para hacerlo culpable y responsable directo de éste y otros males que aquejan al país, no son cosa de ahora. En los tiempos de la llamada Peste Antonina --- 165- 180 d. c. --- conocida también como la plaga de Galeno, llamada así por haber sido éste famoso médico quien la describió, Marco Aurelio, el emperador romano de la época, afirmó, por esos días al respecto de la conducta humana: “ La peste que nos rodea es menos letal que la falsedad, la mala conducta y la falta de un verdadero entendimiento”. Como dato adicional, la enfermedad que, ojo, volvió a azotar de nuevo nueve años después, mató a cinco millones de personas. Aproximadamente un tercio de la población romana de aquellos tiempos. La peste fue llevada a Roma por los propios ejércitos cuando regresaban de sus incursiones por el cercano Oriente. Verdad que cualquier parecido o semejanza con los tiempos que corren será mera coincidencia..?
Curiosamente estos apuntes los escribíamos la madrugada de ayer jueves y horas más tarde, --- coincidencia que sé yo --- López Obrador se pronunció en ese mismo sentido al establecer que, hay quienes quieren detener sus planes de gobierno hasta hacerlo pensar que se vive “ una temporada de zopilotes”.
Guardando las debidas proporciones – no sea que haya quienes quieran acusar de hacer indebidas y descabelladas comparaciones ---, lo dicho entonces por Marco Aurelio, ( la peste que nos rodea es menos letal que la falsedad ) coincide con lo dicho ayer por el tabasqueño al subrayar que a los agoreros a que hacemos referencia líneas arriba, “ no les importa la pandemia del coronavirus o la economía, porque no están de acuerdo en perder privilegios, eso los hace actuar con egoísmo, eso los desquicia”.
En el colmo de la desmemoria, a estos analistas de los tiempos modernos ya se les olvidó que las peores crisis económicas se dieron en el curso de los gobiernos en donde ellos eran los principales privilegiados.
En efecto, emanados del partidazo de sus amores.
Se trató de la treintena trágica.
Es decir, cinco sexenios consecutivos, de Echeverría a Ernesto Zedillo que el país estuvo marcado por la inestabilidad, la inseguridad, la desconfianza y el riesgo imprevisible que nos mantuvo con el Jesús en la boca.
Con López Portillo, el hombre que ciertamente recibió el país casi en pedazos, la inflación galopó al 459 por ciento, mientras que el tipo de cambio se disparó de 22 a 122 pesos por dólar.
Pero no pararían ahí las calamidades:
La deuda externa que a inicios de su malogrado gobierno andaba por los 19 mil, 600 millones de dólares se elevó a los 58 mil, 874 millones de dólares.
En esos 30 años en los que no se vio a ni un solo de los analistas modernos, que ahora se apresuran a diagnosticar con las manos en la cintura que esto ya se acabó, que no hay como revertir la enorme cuesta y la recesión que se avecina, el país registró “ un crecimiento” del 185 por ciento.
Es decir. 1. 85 veces en 30 años, con todo y que los inquilinos de los Pinos y Palacio Nacional eran unas eminencias egresados de las principales universidades del extranjero como Harvard y Yale.
Volviendo con el gobierno de la república, lo mejor sería que la mayoría de los mexicanos aporten su grano de arena para sacar al buey de la barranca, sobre todo en estos momentos en que por desgracia le toca luchar en contra de dos pestes, dos pandemias; la originada de manera natural y la otra representada por los zopilotes que ven el fin del sexenio cuando apenas se viven las dos primeras de nueve entradas y que desde luego no fueron muy lejos por la respuesta por parte del manager azteca:
“Vamos a continuar con esta prioridad (enfrentar la pandemia), para luego dar paso a la reactivación económica, para continuar con el proceso de transformación del país que es fundamental, que es lo que quisiera algunos detener.”.
Y no se anduvo por las ramas cuando al referirse a “la prensa amarillista”, López Obrador dijo que el afán por saber sobre proyecciones de letalidad, está dominada, como sus adversarios, por el odio.
“Eso me hace pensar que, es posible decir que estamos viviendo una temporada de zopilotes y ojalá esa actitud cambie”.
Y al que le cae le duele.
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