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Algo inédito, que no histórico, ocurre con las giras presidenciales cuando la nota que más trascendió fue el accidente que sufrió el pool de medios de los llamados nacionales que cubrían la agenda de Andrés Manuel López Obrador en su visita a Sonora.
Y es que los eventos que presidió el tabasqueño con las etnias de Sonora fueron un dejavú, donde el discurso fue repetitivo frente a las expectativas que se tenían por su presencia: seguridad pública, gasoducto, carretera 4 carriles, infraestructura, etc.
A la salida del aeropuerto de Ciudad de Obregón, el reportero Michel Insunza le lanza una pregunta sobre la seguridad pública y el mandatario se zafa con una coartada tramposa que no se cumple: vayan a los eventos, ahí habrá tiempo para dialogar.
Porque si dialogar significa transmitir el evangelio según Andrés Manuel, lleno de frase de comunes y conclusiones fútiles ante un público afín, en su mayoría llevado ex profeso para que le festejen, francamente es un retroceso de la relación del poder con los medios.
El hijo pródigo de Macuspana se deja querer ante sus admiradores, pero frente a las demandas no se compromete. Suena como al Son de la Negra, “a todos diles que sí, pero no le digas cuándo”, máxime si quienes lo abordan son reporteros con preguntas incisivas.
Por filtración de un video nos enteramos que se pondrá orden en las casetas de peaje y que se reanudará el diálogo con los yaquis de Lomas de Bácum, que anunció el mismo presidente en su paso por Loma de Guamúchil, pero que no bastó para terminar el bloqueo.
Fue con los seris en Punta Chueca donde dio señales de cómo atenderá las demandas que recogió en su gira: “Vamos atender las demandas, no crean que estoy miope”. Pero que será con orden para no endeudar al país, subir impuestos o recurrir a los gasolinazos.
La otra es si los medios seguiremos cubriendo al Presidente de la República con la misma mirada como lo hicimos en el tiempo del PRIAN, cuyas contenidos y narrativa poco o en nada sirven o significan al ciudadano común que con sus impuestos paga estos eventos.
La renta del vehículo por el Ayuntamiento de Cajeme revela la hipocresía del gobierno federal y su austeridad republicana que presume disminución en el gasto en comunicación social, pero con las mismas prácticas de antes y que nos enteramos porque hubo un accidente.
“Ya no es como antes, es que antes pues había una atención especial, se gastaba mucho en eso, nosotros lo que estamos procurando es ahorrar en todo”, declaró en la mañanera del lunes. Y es cierto, ya no hay esos excesos, pero sigue el favoritismo a los enviados.
En todo caso, como gremio debemos estar preparados para interpretar con precisión (más allá de filias y fobias) la nueva realidad del país, que se debate entre la tan pregonada IV transformación de Pejehová o dicho en palabras de Octavio Paz: el regreso del ogro filantrópico.
