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Texto de Roberto Arizmendi leído durante la presentación del Tomo I de las Obras Reunidas de Alfonso Rangel Guerra, realizado en el ITSON el pasado 9 de mayo.
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La historia es algo que se construye con afán, constancia y decisiones. Alfonso Rangel Guerra ha sido constructor de la historia.
Sonora le debe mucho a Alfonso Rangel Guerra. En su momento, como Secretario General Ejecutivo de la ANUIES (la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior) el organismo representativo de la educación superior en este país y también como Director General de Educación Superior de la Secretaria de Educación Pública, la SEP, ofreció apoyos importantes y definitivos>
Al ITSON, recién creado como organismo autónomo por Don Alejandro Carrillo Marcor, gobernador del estado y Eduardo Estrella Acedo al frente de la Rectoría, para realizar su planeación del desarrollo, en la definición de la oferta de carreras, en la inmersión dentro del sistema nacional de educación superior y en su relación con el resto de las universidades, en los primeros esfuerzos para crear el fondo de crédito educativo a nivel institucional.
No podemos olvidar que fue Rangel Guerra quien ofreció los recursos para crear el Fondo de Crédito Educativo que luego se convirtió en el Instituto de Crédito Educativo del Estado de Sonora que impulso Eduardo Estrella a partir de la experiencia en el ITSON.
Y también hubo apoyos importantes para la UNISON, para impulsar el Sistema del Colegio de Bachilleres de Sonora, para la creación del CESUES, entre otros…
Hubo un momento en que todo mundo reconoció que quien más conocía a fondo la educación superior en México era Alfonso Rangel Guerra.
No era algo fortuito ni gratuito. Alfonso Rangel Guerra fue el constructor de la plataforma de sustento de la educación superior que ahora se tiene en este país, pero sobre todo de la calidad que ha logrado.
La vida y sus circunstancias lo pusieron en el camino de la educación y luego en el lugar más significativo, en su momento, de la educación superior, la ANUIES, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior de este país.
Aprovechó su paso por la ANUIES para generar acciones que fueron determinantes y se convirtió en la plataforma de despegue de la calidad de la educación superior. No solo transformó la ANUIES, organización creada en 1950 precisamente en Hermosillo, en el seno de la Universidad de Sonora. ANUIES dejó de ser una oficina con instalaciones prestadas, cinco empleados y sin presupuesto, para convertirla en una organización realmente representativa de las universidades e instituciones de educación superior del país, con una presencia y un peso determinante en las políticas de desarrollo de la educación del gobierno federal y de las propias instituciones.
El sistema de educación superior en el país se fortaleció y consolidó en esa época.
La ANUIES se convirtió en una digna agrupación representativa, activa, aportadora y con liderazgo para el desarrollo de la educación superior.
Visionario, Alfonso Rangel Guerra comenzó con las grandes reformas que fueron el punto de partida para lo que ahora es nuestra educación superior, algo que no se debe perder en la memoria histórica.
La sociedad actual y los académicos de ahora saben de la calidad acreditada de los programas educativos por parte de los CIEES o por COPAES, saben que alguna vez hubo FOMES o PROMEP y luego un PIFI, que hay modelos educativos, planeación del desarrollo institucional, profesores que se forman y actualizan, que hay estructuras, esquemas, modelos y procedimientos que mejoran el trabajo universitario, optimizan recursos y fortalecen los procesos y productos académicos y administrativos, que el posgrado y la investigación se han tornado funciones relevantes e indispensables de las casas de estudio y que la vinculación con los sectores externos ha dejado de ser una oficina para convertirse en una actitud institucional ante el compromiso de participar directamente en el desarrollo social y en el desarrollo comunitario. Pero pocos recordarán que Rangel Guerra desde la ANUIES sugirió mejoras que se convirtieron en acuerdos de Asamblea y luego en acciones institucionales.
Este fue el punto de partida en cuanto a la precisión de acciones coordinadas en el ámbito nacional, con el objetivo de buscar el mejoramiento cualitativo de las instituciones dedicadas a la educación superior.
La ANUIES realizaría, desde entonces, un sinfín de acciones con el objetivo de planear para mejorar.
Se creó el Programa Nacional de Formación de Profesores, se otorgaron becas de formación y actualización a académicos de las universidades y se prepararon planeadores, administradores y analistas de la educación, se iniciaron estudios diversos y se impulsó la investigación educativa, se comenzó la edición de libros y de la Revista de la Educación Superior donde se publicaron trabajos, estudios, noticias que fortalecieron la integración del sistema nacional de educación superior, se creó el Centro de Planeación Nacional de la Educación Superior, se puso en marcha un sistema nacional de información educativa, y mucho más.
Fue en aquellos años de inicios de la década de los setenta cuando se ofreció el Curso de posgrado en Tecnología Educativa ofrecido por la ANUIES que, quienes supieron en su momento de él, lo recordarán como “la escuelita” ofrecida en las instalaciones que tenía la ANUIES en la calle de Manuel M. Ponce en la Colonia Guadalupe Inn de la Ciudad de México. Para ese curso fueron invitados profesores, uno de cada estado. En ese curso participó Alberto Flores Urbina, originario de Cajeme, con quien el maestro Rangel Guerra creó una amistad entrañable. De ese curso de 40 participantes, sus egresados tuvieron en cada uno de sus estados un papel destacado en el desarrollo de la educación en general y, en algunos casos, de la educación superior particularmente. Muchos de ellos tuvieron a su cargo tareas relevantes: ocho fueron secretarios de educación en sus estados, otros fueron fundadores y coordinadores de sistemas educativos de educación superior y media superior como el Colegio de Bachilleres, el CONALEP, los CECTES, algunos estuvieron al frente de direcciones generales y direcciones de área en la Secretaría de Educación Pública y varios fueron investigadores relevantes y rectores en sus universidades. Pero todos fueron el factor multiplicador en las entidades federativas de este país, que su presencia, sus decisiones y acciones fueron decisivas en aplicar lo que Alfonso Rangel Guerra estaba impulsando desde la ANUIES: una transformación cualitativa de la educación superior mexicana. En estos años actuales del siglo XXI, y como producto de los esfuerzos por formar profesores, planeadores, administradores e investigadores de la educación, comenzados en la ANUIES en los setenta, se tienen más académicos con formación especializada y experiencia acumulada.
Si quisiéramos hablar sobre todos los aspectos que caracterizan a la persona de Alfonso Rangel Guerra no sería posible en un comentario de unos minutos. Retomo brevemente lo que un día escribí sobre él:
En su ser: un hombre sereno, tranquilo y apacible, formal, reflexivo, siempre la frente en alto y el paso firme, mirada observadora y analítica, expresión comprensiva, atento para escuchar y palabra suave para el diálogo, responsable y honesto, mediador, mesurado y prudente, ávido lector, ciudadano ejemplar, esposo, padre y abuelo amantísimo.
En su actuar: un ser humano multifacético. Creador, escritor e historiador, ensayista, educador, funcionario y maestro, intelectual, promotor y artista creativo, universitario, impulsor de proyectos culturales y académicos e innovador…
Pero en su esencia, un hombre que sustenta su pensamiento y su vida en un humanismo que impregna en cada uno de los momentos de su existencia, en su pensamiento, en sus escritos y en todas sus acciones.
Sus obras completas que atinada y generosamente ha decidido publicar la UANL nos lo irán mostrando con más amplitud.
Celebro la aparición del primer tomo de sus Obras Completas y aprecio la hospitalidad del Estado y del Instituto Tecnológico de Sonora para hacer la presentación de este volumen, e implícitamente hacer un homenaje y un reconocimiento a Alfonso Rangel Guerra por todo lo que ha hecho en favor del desarrollo de la educación superior en Sonora.
