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Me la trajo quedo, muy quedo, el destino,
y un día, en silencio me la arrebató;
llegó sonriendo; se fue sonriente;
quedamente vino; vivió quedamente;
¡queda... Quedamente desapareció!
Amado Nervo (Quedamente).
El término arrebatar, generalmente connota quitar o tomar algo con violencia; pero también denota un entusiasmado sentimiento afectivo, de ánimo, quizás un conmovedor acto de amor; arrebatar un beso al ser amado.
En el trascurrir de nuestra existencia, los arrebatos del tiempo, se presentan desde nuestra concepción, hasta el último minuto del fin de nuestra existencia y un poco más.
Cuando nuestros padres nos concibieron, sin entrar a detalles del cómo y de qué manera; a nuestra madre le arrebatamos algo de su tiempo, para cuidarse y cuidarnos en todo el periodo de la gestación, y tiempo después.
Cierto, nos ofrendaron su tiempo, del cual nos adueñamos, nos los brindaron con cariño…sacrificaron parte de su tiempo.
Siendo el ser humano, una de las especies más vulnerables del planeta, necesita del apoyo, de sus progenitores, para la subsistencia de los primeros años. La alimentación y el cobijo, el cuidado en la salud y en la enfermedad, el tiempo que “arrebata” le es indispensable para su existencia. El instinto maternal, es una forma que el humano recién nacido “aprovecha”, por naturaleza de ambos- madre e hijo- y arrebata en forma afectiva, el tiempo a la madre, por lo general en amorosa reciprocidad, ella lo entrega.
Nuestros padres, nos cuidan y nos proveen de lo necesario para la sobrevivencia, hasta valernos por nosotros mismos.
Los tiempos escolares, de aprendizaje, son períodos de la vida que les arrebatamos a nuestros maestros, a nuestros padres, pero también es tiempo nuestro, que, quizás de niños, lo deseábamos para jugar, en nuestros ratos de ocio y ocuparlo en esa sana inocencia del juego.
Tiempo que, algunos “ideólogos de género” quieren arrebatarles a los niños, para preocuparlos antes de tiempo, en decisiones de adultos, que no van de acuerdo a su edad evolutiva, para que ellos, los infantes, “escojan el sexo de su preferencia”, que, por cierto, esa minoría de adultos, quieren imponer, llamándolo “genero”, cual cosa depreciada, e intentan, que no se hable más del sexo biológico; con el que nacemos: femenino y masculino.
Salvo alguna aberración biológica, cuando un bebé nace con genitales ambiguos, aun así, científicamente se determina el sexo predominante (afortunadamente la incidencia es mínima y como en algunas enfermedades congénitas, la medicina actual tiene muchos recursos para rehabilitar el trastorno congénito. Así como se reparan algunas cardiopatías congénitas, por ejemplo).
Arrebatamos y nos arrebatan el tiempo, es el ciclo de la vida. Cuando estudiamos, sea una carrera universitaria o técnica, ese tiempo que nos damos para lograr el objetivo profesional, también se los quitamos a otros. Al concluir los estudios, nos dedicamos a ofrecer nuestro tiempo profesional a otras personas.
En el caso del ser médico, es frecuentes que nuestro tiempo de descanso o para brindarlo a la familia o compartir con amistades, nos sea arrebatado por alguna persona enferma, fuera de nuestro horario establecido, sea o no urgencia. Para eso estudiamos medicina.
Por lo general, muchas personas agendan sus tiempos, vacaciones, congresos, curos, etc. Pero nunca faltan los imprevistos, accidentes, enfermos, un fallecimiento de una persona allegada o conocida, que, por esencial cortesía, tenemos que cumplir con una visita o externar nuestra solidaridad y dejar de lado, lo previamente agendado. Son los arrebatos del tiempo.
Una forma de compartir afectuosamente estos arrebatos temporales, por ejemplo, al visitar a un familiar o a nuestras amistades, es precisamente agendar en común acuerdo esas reuniones. Es una regla de mutua cortesía. Los tiempos de uno, no deben alterar los tiempos de otros. Es mejor concertarlos.
Parodiando a Renato Leduc, en el poema tiempo: “sabia virtud de arrebatar el tiempo…pero nunca a un arrebato a destiempo”.
Dr. Raúl Héctor Campa García
raulhcampag@hotmail.com
