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Rapiña

Raúl Héctor Campa García
Martes 22 de Enero de 2019
 

Con la lamentable tragedia, sucedida el viernes 18 de enero pasado, al “reventarse” un ducto en la comunidad de Tlahuelilpan, Hidalgo, se confirma cada vez más el problema añejo que enfrenta PEMEX y por ende el gobierno de nuestro País. El robo de combustible, en las redes de ductos, según notas periodísticas, se hace en aproximadamente mil doscientos tramos, en todo el territorio, siendo un peligro latente en algunas comunidades, donde muchos de sus pobladores, es su modus vivendi. Pero el mayor robo, según lo dicho por el gobierno actual, es el que se hace con el contubernio de funcionarios públicos, trabajadores de PEMEX, del sindicato y de altas autoridades pasadas y políticos, desde mucho tiempo atrás y ese descomunal hurto es desde las mismas instalaciones de esa Institución. Se han dado nombres de los posibles implicados en este delito, bajo la complacencia de los gobiernos pasados. El nombre de uno de los principales implicados, es el archimillonario, secretario general del Sindicato Nacional de PEMEX: Carlos Romero Deschamps. 

Este personaje que hace una semana, pagó un desplegado dando, cínicamente, el apoyo a las acciones tomadas por el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. La respuesta de éste, antes las acusaciones al citado personaje, líder de los petroleros, cuestionado por los periodistas que acuden a las tempraneras ruedas de prensa, sólo se concretó a decir, que no había ninguna demanda contra él. Bueno esperemos que alguien con fundamentos y con valor lo demande. Fundamentos dicen que existen, ¿entonces falta valor? Y demanden no solo a Romero; a cualquiera corrupto y corruptor, presente y pasado. Pero la ciudadanía también debemos ser responsable en nuestro entorno y denunciar o no prestarse a estos actos.

La escena dantesca, que se observó después de la explosión, con personas envueltos en llamas, con desgarradores ayes de dolor y posteriormente muertos calcinados (91 hasta el momento), me traen a la memoria la antigua ciudad de Pompeya, Italia que fue sepultada por la erupción del volcán Vesubio en el 79 d.C. por metros de cenizas y piedra pómez; los habitantes murieron instantáneamente, por las altas temperaturas entre 300 y 600 grados centígrados, por lo que se supone no hubo un doloroso sufrimiento y la postura “moldeada”, fue tal como los sorprendió la inesperada y rápida muerte.

Con la tragedia de Hidalgo, también llega el recuerdo de aquella película, protagonizada por Ignacio López Tarso, Norma Lazareno, Rosenda Monteros y German Robles: Rapiña, donde Porfirio, un humilde leñador habitante de una pequeña comunidad, ve el desplome de un avión de pasajeros, en lo más alto de la sierra, donde no hubo sobrevivientes; él , ve la oportunidad de hacerse de joyas y del dinero de los fallecidos, para salir de su monótona vida;  pero que tuvo que compartir “el secreto” de su rapiña, con su compadre Evodio y las esposa de ambos, a pesar de la resistencia del compadre y de la esposa de Porfirio, pero ante la “oportunidad” de cambiar su vida pueblerina, les gano la ambición. Al principio dos campesinos también se percataron del accidente, inicia la intriga y los matan (Porfirio y Evodio) para no compartir el botín. Después, al querer huir con el botín, surgen problema entre Porfirio y Evodio, aquel, mata a este y posteriormente a la mujer de su compadre, su esposa lo abandona, al ver que la rapiña cambio totalmente aquel, entonces inocente leñador a un ambicioso ratero. La rapiña, sea a nivel que sea, como sea, es corrupción y a veces mata.

En diversos países, por lo general Latinoamericanos, la rapiña, es una “cultura de la corrupción”. Se entiende por rapiña, el robo o saqueo realizado, con violencia (o sin ella), aprovechando un descuido o la falta de defensa.

¿Cuántas veces hemos sido testigo de rapiña? al volcarse algún camión repartidor de víveres, bebidas o transporte de ganado, vacuno o cerdos; y se observan “hordas o jauría” de individuos, que se dan a la rapiña ante la mirada, a veces, indiferente de autoridades, con el supuesto, que ese “desparramo” de las cargas, por algún accidente está asegurada y no importa, que se las lleven.

Así sucedió con la fuga, provocada o no, de gasolina de este ducto, donde un enorme chorro de combustible brotó a borbotones y la gente de esa población, se dedicó a la rapiña (menor, pero al fin rapiña) ante la indiferencia de un pequeño grupo de militares, sin tener, creo, conciencia del riesgo latente, tanto de los soldados, como de la población, que quizás pudieron evitar la tragedia (¿?). La gran mayoría de los pobladores iban con ¿grandes bidones?, para hacerse del hidrocarburo, ya sea para sus necesidades o venderlo en menudeo; esto da la sospecha, que el hurto lo hacían frecuentemente, y ahora con las fatales consecuencias ya conocidas: muerte y angustia dejaron en ese poblado, una rapiña “menor”. 

El robo al mayoreo, está dentro de las refinerías, es la rapiña mayor, y sin el menor riesgo… ahora con el nuevo gobierno, tienen el riesgo de ir a la cárcel…Todos esperamos eso, nada de impunidad, sea quien sea. Ningún mexicano consciente, nos opondríamos ante gobierno actual, a que combata frontalmente la corrupción, sería ilógico oponernos. Sólo nos queda la duda ¿le entrará a fondo? O aplicara lo que decía el Presidente Juárez, que tanto admira él Presidente: La Justicia para mis amigos y todo el peso de la ley a mis enemigos. AMLO tiene la oportunidad de pasar a la historia como un buen presidente, el mejor, según sus deseos. Ojalá, por el bien de México lo logre. Y a muchos nos quite la sospecha, de la existencia de un pacto de impunidad. Ni perdón, ni olvido.

Dr. Raúl Héctor Campa García.

Guadalajara, Jal. 21 de enero 2019

raulhcampag@hotmail.com

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