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Navidad. Esperanza vigente

Raúl Héctor Campa García
Jueves 27 de Diciembre de 2018
 

La Navidad o Natividad, es una palabra derivada del latín: Nativitas, que significa nacimiento; proviene del verbo Nascí, nacer, o nación.

La Navidad, es la celebración cristiana, del nacimiento de un Ser, que, con su muerte, ha tratado de redimir o ha redimido a la humanidad, predicando la confraternidad y la existencia con equidad de la humanidad, misma, que igual, buscaban los grandes filósofos griegos; la felicidad y el bien común. 

Es el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, que, según algunos historiadores, no es la fecha exacta de su nacimiento, pero se instituyó el 25 de diciembre.

Si bien es cierto, en tiempos del pre-cristianismo se realizaban fiestas con intentona de confraternidad que los amos les brindaban, servían y agasajaban a sus esclavos, en aras de la “igualdad y fraternidad” entre los hombres, cada fin de año.

La celebración previa a la navidad es la noche que antecede al nacimiento del Redentor, es la Noche de la víspera, de La Buena Nueva. Cada año en esta tradicional celebración cristiana, que no solo festejan los creyentes, sino también, casi todos los incrédulos, los escépticos participan en ella. No solo es el nacimiento del niño, el adulto convertido en Redentor, sino también en el símbolo de la esperanza, de la lucha, por una humanidad mejor. Esperanza vigente que se reaviva cada año. Cristo es la esperanza viva del creyente; y la celebración para el no creyente; es la esperanza, el parteaguas del propósito para el cambio de una vida mejor y de la realización de sus proyectos. Quizás, en parte, es lo que nos une a creyentes y escépticos de buena voluntad.

 

Navidad es un vínculo preciso y precioso de la unidad familiar, de la exaltación de los buenos deseos para nuestros semejantes, familiares y amigos. Ocasión para la reconciliación con ellos mismos o con nosotros mismos, y tratar de ser mejores.

 

Es una fecha entre otras, oportuna, no solo para los buenos propósitos, sino también para la reflexión en el caminar de nuestra existencia, de lo malo y lo bueno que hicimos; de cómo mejorar nuestra, al fin, filosofía de vida…ser felices, sin perjudicar a nadie. Es el tiempo de reflexionar, no solo para mejorar la vida personal y familiar, sino también de nuestra sociedad.

Son fechas donde la mayoría de los seres humanos, cuando menos algunos, en estos días se muestran solidarios con los más vulnerables, los más débiles; con la gente que no cuenta con los mínimos satisfactores para una vida digna, que como todo ser humano deberían tener.

 

Solidaridad que nunca deberíamos de hacerla a un lado, sobre todo con los más desprotegidos, los que están más expuestos a la vulnerabilidad: Nuestros niños, presentes y futuros; los niños en situación de riesgo, no solo desde la concepción, con la amenaza del aborto provocado, sino también en algunas etapas de su vida, las llamadas enfermedades de la pobreza, la malnutrición, una por no tener los recursos necesarios y otros con abundante alimentación, pero sin los nutrientes necesarios, para el crecimiento y desarrollo (la comida chatarra promovida por “grandes empresas quizás alimenticias, más no nutricias”). 

Los niños en situación de calle, los que “viven” en las indignantes alcantarillas, los abandonados por sus irresponsables progenitores, los desplazados, los niños de las guerras, etc., los alienados. Todo esto, con los aproximadamente 70 millones de pobres en nuestro País, nos está indicando, que algo no está bien en México.

Observamos que una parte de la humanidad, cursa con una grave patología social, que, en gran medida, es debida a la falta de oportunidades, los problemas graves de adicciones a drogas, las enajenaciones personales de querer tener lo que no se puede obtener por medios legales, honestos. Las políticas sociales mal encauzadas, por el pragmatismo de los actores políticos, en que solo buscan el bien personal, partidario o sectario, contribuyen también a esto. 

 

Para los buenos propósitos, debemos pensar y actuar con recta conciencia, en lo que es mejor para nuestra Patria, en la que, como dice Cristina Pacheco, “aquí nos tocó vivir”. Es por eso que, estos momentos de reflexión, a que nos invita la Navidad, es una oportunidad, para ir mejorando y construyendo una sociedad realmente justa, y en esto invariablemente contribuyen las familias, solidarias, primeramente, con sus miembros, extendiendo esta solidaridad responsable hacia la comunidad. Claro, no todo está mal, hay cosas buenas que debemos seguir cuidando y mejorando. Tenemos excelentes Instituciones oficiales y grandes empresas socialmente responsables, que cumplen a cabalidad sus objetivos, con esa visión social. Grandes personajes con humanismo, científico y social, ha tenido y tiene el País. Tenemos que resaltar las virtudes de los seres humanos y por supuesto, señalar lo que no funciona, con critica analítica y constructiva, es la única manera de avanzar, para bien.

Navidad pues, es parte de la esperanza de una vida mejor. 

FELIZ NAVIDAD Y PROSPEROS AÑOS POR VENIR. Es justo y necesario.

Dr. Raúl Héctor Campa García

Guadalajara, Jal. 25 de diciembre de 2018

raulhcampag@hotmail.com


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